
Tras la muerte del Papa Francisco, todos los ojos se posan sobre una figura poco conocida pero esencial en la estructura del Vaticano: el camarlengo, Kevin Joseph Farrell. Es el responsable de garantizar el orden y la continuidad de la Santa Sede en ausencia del Sumo Pontífice. Su rol comienza con un acto solemne y cargado de simbolismo: confirmar oficialmente la muerte del Pontífice.

Una vez confirmada la muerte, el camarlengo notifica al Colegio Cardenalicio y dispone el sellado de los aposentos papales, una acción simbólica que marca el fin del papado. A partir de ese momento, coordina los preparativos del funeral, que debe realizarse dentro de los nueve días siguientes al fallecimiento, en un proceso conocido como los “novendiales”.
La ceremonia se realiza en la Basílica de San Pedro, en medio de una liturgia que convoca a líderes religiosos, políticos y fieles de todo el mundo.
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¿Quién gobierna la Iglesia en este período?
Mientras la sede está vacante, “es el Colegio Cardenalicio el que asume algunas responsabilidades políticas, aunque su poder es limitado”. Su principal función es “convocar y preparar el cónclave”, el evento donde los cardenales menores de 80 años votarán para elegir al nuevo Papa.