
El Papa Francisco, el primer argentino en llegar al máximo cargo de la Iglesia Católica, nunca visitó su país natal durante su pontificado, que se extendió por más de doce años.

Mientras recorrió países como Brasil en 2013 y Chile en 2018, el propio Francisco fue dando señales a lo largo del tiempo sobre su decisión. En 2017, explicó: “No quiero que un viaje mío a Argentina sea motivo de división”, dejando entrever su preocupación por la utilización política de una eventual visita.
Otro de los factores que influyó fue su relación con la Iglesia local. El entonces cardenal Jorge Bergoglio tuvo marcadas diferencias con sectores más conservadores del episcopado argentino, que veían con desconfianza su estilo reformista y pastoral. Francisco sostenía que la Iglesia argentina debía asumir su responsabilidad sin depender de su figura.
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También hubo una dimensión más íntima. En diversas entrevistas, el Papa reconoció que su vínculo con Argentina era complejo. Mencionó que evitar situaciones incómodas y la presión de ciertos grupos fue parte del motivo. Además, su familia y amigos más cercanos vivían en el país, lo que agregaba una carga emocional a cualquier posible visita.