Las malas políticas públicas en materia de seguridad, y la consolidación de la pobreza en amplios sectores de la población parecieran ser un coctel explosivo del cual la población y los políticos no saben cómo desactivar.
El tema no es nuevo, desde hace tiempo este cronista viene insistiendo en que Mendoza parece haberse ‘conurbanizado’.
Bandas organizadas y delincuentes confiados en que nada pagarán ante la Justicia, hacen y deshacen a su antojo sin miedo a nada. Mientras tanto la ministra Mercedes Rus actúa tarde, o en otras palabras, corre de atrás.
Del gobierno no se puede esperar mucho. Hoy en día están más enfocado en salvar la ropa de la economía que pensar en la seguridad pública. Incluso, con los recientes y resonantes casos que han enlutado a la provincia, da la sensación que la seguridad pública poco les interesa.
A la vista de todos está lo que ocurre diariamente en algunas barriadas de Godoy Cruz, donde los malvivientes tienen atemorizada a la población con los violentos tiroteos. Y si bien horas atrás a Rus se la vio posando con la mismísima Patricia Bullrich, y prometiendo intercambios de experiencia y gestión, a Alfredo Cornejo no se lo escucha hablar de un tema más que candente.
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La pésima gestión pública de la seguridad por estos lados, que no es solamente responsabilidad de este gobierno, sino que viene desde hace décadas, deja a las claras que la prevención policial dejó de ser una acción primordial.
La clase política, que carece de coraje e inteligencia y está a cargo de la seguridad en Mendoza, no sabe o no se anima a dar una lucha real contra esta cuestión, que preocupa a la sociedad mientras la policía cierra los ojos.
Estamos en condiciones de afirmar que servidores públicos faltan, mientras que hay demasiados funcionarios públicos funcionales a sus propios intereses.
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El desenlace de todo esto serán miles de personas que claman por que les hicieron creer que todo les pertenece sin el menor esfuerzo, y que el Estado tiene que darselos. La mejor de las invitaciones para que el ciudadano de a pie se termine armando en defensa de sus intereses y su vida.
Hoy Mendoza es una bomba, a la cual los mismos que la crearon y mantuvieron expectante durante mucho tiempo no saben cómo desactivar.