Es de público conocimiento el hecho de que el consumo de vino incrementó desde la llegada del coronavirus, pero no sólo en el botellón de 1,25 litros que creció un 30% durante el 2020, sino que la damajuana también fue furor.
Es que en junio las ventas crecieron un 61,26%, en octubre un 41,24% y en septiembre un 32,42%. La damajuana cerró terminó el año con un incremento en la venta promedio de 14,77%, según el Observatorio Vitivinícola Argentino.
Lo único que evitó que ese crecimiento fuese mayor tiene que ver con el desabastecimiento de envases que sufren las bodegas.
“Fuimos los primeros en vender damajuanas de 5 y 10 litros, porque antes la gente del campo iba muy poco a la ciudad y prefería envases muy grandes. La época de oro fue en la década del ’90 cuando el 60% del vino que se vendía estaba embotellado en damajuanas. Ahora ronda el 10% pero va en aumento. Se vende más en el interior del país, parecía que se había perdido la costumbre en las grandes urbes, pero en Palermo Soho nos compran mucho para venderlos en los pingüinos y los restaurantes también nos compran grandes cantidades para la cocina. Les vendemos también damajuanas en cantidades a las cocinas del Sheraton, Hyatt, a todos los cinco estrellas”, detalla Carlos Crotta, presidente de Bodegas y Viñedos.
Crotta es quien lidera el mercado, vendiendo en promedio 150 mil damajuanas mensuales y exportando a Paraguay y Estados Unidos.
“En la pandemia subió el consumo porque la gente estuvo más en su casa y pasó de tomar vino sólo a la noche a tomar en los mediodías. Las ventas aumentaron tanto que en junio, julio y agosto nos quedamos sin envase porque Cattorini, que es el único fabricante no podía vendernos. Pese a todo la suba delas ventas en la bodega fue de un 30%. Conviene mucho más una damajuana, mientras una botella ronda los $120 en un supermercado, una damajuana de cinco litros arranca en los $400. El ahorro es de un 50%”, analizó Crotta en diálogo con BAE Negocios.
Hugo Tornaghi, dueño de Bodega Tornaghi de San Rafael y quinta generación de su familia. “Embotellamos en damajuana desde 1950, primero de 10 litros y ahora de 5. Antes se hacían en canastos de mimbre, hoy la mayoría eligen el plástico. Vendemos sólo en el interior de la provincia de Buenos Aires, La Pampa y Río Negro. Algunos años hemos pensado en abandonar el envase, pero se sigue vendiendo. La gente le tiene mucho cariño a la damajuana y cuando sube el precio del vino, aumenta automáticamente la venta. Es el envase más económico, incluso mucho más barato que el vino en tetra”, mencionó.
“Lo lindo de la damajuana es que a muchos les hace acordar a su viejo o a su abuelo. Las pocas bodegas que mantenemos la tradición nos esforzamos por mejorar cada vez más la calidad. Nosotros ofrecemos vino de mesa, pero de cada 10 damajuanas que vendo 7 son de tinto carlón. Hacemos blanco dulce, blanco abocado y rosado abocado. Los varietales no los hago en damajuana, sólo en botella. No vendemos en el AMBA pero si hay alguien interesado en distribuirlo podemos evaluarlo, tenemos envases para abastecerlos y tenemos capacidad para producirlos”, agregó Tornaghi.
Por parte de la bodega Familia Giaquinta, el 90% de los vinos que venden el 90% sale en damajuana. Emilio Giaquinta, socio gerente, explicó que “desde la década del ’80 vendemos damajuanas ofrecemos blancos, Pedro Giménez, torrontes, chardonnay y cortes bivarietales. En tintos tenemos syrah, bonarda, malbec, malbec reserva y pinot noir reserva. Para la zona exclusiva del Valle de Uco trabajamos una damajuana con tinto endulzado a base de bonarda y syrah”.
Un 20% aumentó la venta en damajuana en esta bodega: “No pudimos vender más porque nos faltaron los envases. Aumentó el consumo, pero además se volcaron nuevos consumidores. A diferencia de muchas bodegas, vendemos más blanco por la zona en la que estamos ubicados. Estamos evaluando ampliar la venta a otros mercados en el país, pero ahora estamos atentos a la cosecha, las grandes lluvias nos preocupan. Hasta que no tengamos la uva en la bodega no vamos a tomar ninguna decisión, pero nos gustaría llegar con nuestras damajuanas a otras ciudades”.
En el barrio de San Telmo, Cuidad de Buenos Aires, se encuentra La Bodega del Pintor, pintoresca, con galería de arte y cuya vidriera está repleta de damajuanas. No es azaroso, su dueño, Julián Bernatene, se especializa en los envases de 5 litros.
“Tengo vinos en damajuana de Salta de Domingo Hermanos y de La Iríde y Don Altero de Mendoza. Los precios arrancan en los $600 hasta los $1200 que es el valor de la etiqueta negra que es un tinto roble de Domingo Hermanos”, cuenta Bernatene.
“La gente que consumía vino sólo a la noche, en la pandemia comenzó a beber los mediodías. Una pareja si bebe en las dos comidas, consume en promedio una botella por día, por eso muchos sienten vergüenza de tener que sacar tantas botellas y prefieren comprar vino en damajuana. Otro de los motivos es el costo, muchos bajaron un poco la calidad para poder beber más seguido. Otra razón es el hecho de no tener reuniones sociales, lo que hace que no se necesite comprar otras etiquetas”, analizó.
Para conservar el vino, dicen los que saben que es necesario embotellarlo, pero no todo, en la damajuana hay que dar lo que se va a consumir porque los especialistas sostienen que el envase original conserva todos los sabores.
José Zuccardi, quien se dedicó durante años a la confección de los envases de damajuana, indicó que “en general, la venta en damajuana venía en bajada y torció la tendencia. El mayor tiempo en la mesa familiar reactivo el mayor consumo y la compra de envases de mayor tamaño. No puedo hablar de una tendencia, pero no puedo negar que los números marcan un fuerte crecimiento. Exige menor inversión a la hora de fraccionar y hay muchas bodegas que lo están utilizando”.
Los que conocen el ambiente piensan en agrandarlo ya que se esperan grandes aumentos en el precio del vino y como ya dijo el presidente de la COVIAR, “el que ahorre en vino va a ser recompensado”. Si se trata de damajuanas, la recompensa va a ser mayor.