Cuatro factores se sucedieron desde finales del 2019 y el transcurso de este 2020 que podrían llegar a hacer que el vino argentino incremente en los mercados internacionales tal cual aconteció entre los años 2002 y 2012 cuando el Malbec era furor y, con el tipo de cambio entonces competitivo la exportación de vino a granel y fraccionado creció a un ritmo promedio del 20% por año.
De esos cuatro elementos, descriptos este domingo por el portal Infobae, el primero ocurrió en octubre del año pasado. En ese momento el presidente estadounidense Donald Trump, como represalia a los subsidios que la Unión Europea la entregaba a Airbus, el consorcio europeo fabricantes de aviones y principal competidor del norteamericano Boeing, impuso aranceles del 25% al ingreso de vinos a Estados Unidos provenientes de Francia, España, Inglaterra y Alemania.
El segundo factor refiere a los incendios forestales de California y Australia que afectará a la producción vitivinícola en vinos que, sobre todo, son de gama alta.
El tercero es que en 2021, por el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea conocido como Brexit, los vinos del viejo continente volverán a pagar aranceles para poder ser ingresados en la isla.
El cuarto refiere a la decisión de China –con quien el Gobierno Argentino posee una relación comercial buena- de prohibir el ingreso de 7 productos provenientes de Australia, entre los que se encuentran el vino, por su decisión de acompañar a Estados Unidos e Inglaterra en la investigación que devele cuál fue el origen del coronavirus.
Todos los factores aquí expuestos tienen en común que afectan mercados que son claves y que concentran el 53% de las importaciones del mundo.
Respecto de estos elementos, Javier Merino, del centro de Estudios Económicos de Bodegas de Argentina, aseguró que “son cuatro cisnes blancos”.
Sin embargo, el coordinador del área de Comercio Exterior de Bodegas, Ramiro Barrios y el presidente de Wines of Argentina, asociación fundada con el fin de instalar el vino de Argentina en el exterior, Maximiliano Hernández Toso, coincidieron en que para poder aprovechar esta oportunidad hay que tener en cuenta ciertos condicionantes.
Según mencionó Barrios, “hoy en la Argentina estamos haciendo los mejores vinos de la historia, todos los enólogos viajaron y hacen vinos de nivel internacional, pero nos falta apoyo para incentivar la demanda. Nuestra principal competencia es Chile y países europeos que invierten fondos públicos astronómicos en promoción, en la Argentina se destina apenas el equivalente a USD 3,5 millones, y casi todos los pone el sector privado”.
Es dable destacar que este rubro exporta con un dólar a 80 pesos, una retención del 3% y un reintegro que recientemente ascendió al 7%.
“La idea es tener estabilidad cambiaria y de costos e insumos para aprovechar estas oportunidades. Todas las bodegas están haciendo el esfuerzo, prospección de mercado, herramientas y plataformas tecnológicas”, aseguró Barrios agregando que “sabemos que el principal driver para crecimiento será la exportación”.
En ese sentido, Hernández Toso explicita que “Para exportar vino hay que hacer mucha promoción, no es como la soja. Este es un sector fragmentado; de 200 bodegas, sólo 15 exportan más de USD 10 millones al año, son empresas chicas, que no pueden hacer promoción externa; es una falla que debe suplir el Estado; Argentina es el único país del mundo que no invierte en promoción”.
Sendos personajes destacan asimismo que dos tercios de los fondos de promoción provienen del sector privado y hacen hincapié en las diferencias de la corporación mixta del sector vitivinícola que ofreció menos del 15% de los 3,5 millones de dólares que se utilizan con el fin de promocionar en los mercados globales.
Barrios asegura que para entender la situación coyuntural es necesario hacer un repaso de la etapa transcurrida entre los años 2002 y 2012, cuando, según analiza, existieron dos motores relevantes de la exportación:
-La modernización de la industria, que empezó a tener otra mirada luego de décadas de haber puesto la vista casi exclusivamente en el mercado interno.
Un tipo de cambio competitivo que ayudo a la exportación del Malbec, principalmente en EEUU que es el mayor importador del mundo.
Con el control cambiario y el fuerte retraso del dólar en comparación a la inflación, desde el 2012 el vino nacional perdió la competitividad que hasta entonces ostentaba.
La pausa en la expansión del Malbec en Estados Unidos y el precio del vino argentino confuyeron para que ni ese país ni el Reino Unido (segundo importador de vinos del mundo) continúen comprando el producto en Argentina al mismo ritmo que lo habían hecho durante una década seguida.
Es necesario remarcar que entre 2012 y 2015 las exportaciones cayeron levemente y luego se estabilizaron entre los años 2016 y 2019. Este año, debido a la caída del mercado mundial a razón de la pandemia, la baja sería del 11%.
Con el coronavirus corriendo por todo el territorio global, las aspiraciones son más moderadas ya que se espera volver a crecer para superar los mil millones de dólares de exportación de vinos fraccionado y a granel. Según Barrios, dicho objetivo es posible.
Según se desprende de un estudio de Merino y los economistas Adrián Rizzo y Leandro Zingoni, de la división vinos del Banco Supervielle, en este 2020 que ya se encuentra finalizando, las exportaciones mundiales sufrieron una caída del 6,5% en volumen y 5,1% en valor.
Por el momento es imposible saber de qué manera avanzará el mercado en el 2021, aunque la argentina tiene todas las de ganar para ir posicionándose.
Si algo tuvo de positiva la pandemia, fue que el consumo en hogares aumento, sobre todo en importantes marcas californianas y la presencia de vinos argentinos e italianos se mantuvieron. A pesar de que el mercado tuvo una caída promedio del 10% en los últimos dos países fue de apenas el 1%.
Un dato a tener en cuenta es que Estados Unidos llegó a importar 4.800 millones de dólares en 2018 y se espera que este año ese número se reduzca a entre 4.300 y 4.500 millones de dólares.
Hay que destacar, en ese sentido, que los incendios producidos en los valles de Sonoma y Napa, son una oportunidad real y promisoria para los vinos de alta gama, donde Argentina ganó espacio en años recientes gracias a la competitividad.
Hernández Toso considera que el impacto se hará notar en 2021: “La cuestión de la calidad va a ser una oportunidad; California va a poder clasificar pocos productos en alta gama y Argentina tiene entre 40 y 50 bodegas que exportan en ese segmento, ni Australia ni Chile tienen eso”.
“Vamos a estar invirtiendo 1 millón de dólares en marketing digital en doce meses, estamos haciendo eventos online para sommeliers y grandes compradores y usando Inteligencia Artificial, realidad virtual y realidad aumentada, porque por la pandemia ya no hay ferias”, comentó.
Por su parte, Merino opina que el incentivo que puede tener mayor impacto es el Reino Unido, por cuestiones del Brexit. Los vinos europeos comenzarán a pagar 32 centavos de euro por litro en concepto de arancel.
Según Merino, en los últimos años, los vinos argentinos ganaron lugar en el mercado inglés aun cuando este se encontraba en reducción.
Ello sucedió, en parte por la ola del Malbec, que llegó con retraso a las islas británicas y también el impulso de cadenas de venta física como Tesco y Majestic. Ese mercado, en cualquiera de sus canales, resulta ser de vital importancia por lo que se conoce como “efecto derrame”, Inglaterra tiene los críticos de vino más influyentes del mundo, así como EEUU tiene a los “puntuadores” más seguidos.
Barrios auguró que la semana próxima se reunirán desde Comercio Exterior de Bodegas con funcionarios de la Embajada inglesa en la Argentina, ya que considera que el Brexit es una “oportunidad atractiva” para aumentar la exportación de los vinos argentinos. No obstante asevera que habrá que ver de qué forma impacta en el mercado la segunda ola de coronavirus.
También es dable agregar que en el mercado chino, Argentina tiene una posición muy baja, ya que, según la publicación especializada Vino Joy, el país es el noveno proveedor y en 2019 colocó simplemente 25 millones de dólares.
Sin embargo, la oportunidad resulta ser puesta en consideracion: China le cerró recientemente el mercado a su principal abastecedor, Australia, por el cual el año pasado había importado casi 800 millones de dólares en vinos.
Los mejor posicionados son Francia y Chile (segundo y tercer proveedor), pero en el hueco que se abrió hay espacio para más compras a Italia, España, Portugal, Sudáfrica y la Argentina.
El chino es un mercado lejano y complicado que Argentina no supo cuidar. Ello se contrapone con Chile que hizo de China su principal mercado, y Nueva Zelanda, que cuenta con el Sauvignon Blanc, y tiene la ventaja de la cercanía.
A todo lo antedicho debe sumarse que el mercado brasilero es importante para los vinos argentinos que, de hecho, este 2020 tuvo un crecimiento. Asimismo, se está apuntando hacia México donde la importación de vinos de argentino debe enfrentar un arancel del 8% que, gracias al acuerdo bilateral anterior al Mercosur y al UMSCA, ese porcentaje podría ser reducido o directamente eliminado.
De todas formas, la importación de México fue acrecentándose hasta representar el 14% del mercado de vinos de ese país.
Bodegas se reunió con Carlos Tomada, embajador argentino en México, y Carlos Sinopoli a principios de noviembre con el fin de que el vno llegue a las góndolas de aquel país sin tener que pagar arancel alguno o que sea reducido considerablemente.
Según manifestó entonces Patricia Ortíz, presidente de Bodegas de Argentina, “si bien no nos va mal en México, el vino argentino necesita más apoyo para tener mayor crecimiento. Somos el país vitivinícola líder menos internacionalizado, pues solo exporta el 25% de su producción, a diferencia de Chile que exporta el 90%”.
Infobae consultó a Walter Pavón del área de Recursos Humanos y de Relaciones Institucionales de Bodegas respecto de que si las condiciones internas estaban dadas para aprovechar la oportunidad, a lo que este respondió: “Hoy por hoy, volumen y calidad no serían un problema” para afrontar un incremento en las exportaciones.
Tampoco lo sería la logística, ya que la producción se exporta sin problemas a través de puertos chilenos. Según Pavón, “si hubiera una explosión de las exportaciones, algo que por ahora no creemos que se dé, habría que analizar cómo hacerle frente: un viñedo, para que entre en producción, necesita cuatro años desde la plantación inicial, y cinco hasta que resulte en vino listo para el consumo”.
Respecto de la cosecha, Pavón resaltó que la Vendimia de este 2020 se llevó a cabo justo al comienzo de la pandemia con soluciones improvisadas. Es dable destacar que entre marzo y abril se cosecha 70% de la producción anual de uva, por tanto, en 2021, desde los protocolos de cosecha hasta los de traslado del personal temporario, serán más eficientes.
“Hay que ver cómo reacciona el consumo interno a medida que se normalizan las actividades, y tampoco sabemos cómo van a reaccionar las exportaciones”, dijo Pavón. “El mundo ha quedado golpeado, pero los países centrales están actuando para que la salida no sea tan lenta. Esperamos recuperación de consumo tanto interno como externo. Y los stocks de la industria están en niveles como para poder proveer a ambos mercados”, finalizó mencionando Pavón respecto del año próximo.