La inseguridad es una problemática a la que parece no encontrarle la vuelta el Gobierno de Mendoza.
Guaymallén es uno de los departamentos donde la delincuencia parece crecer a pasos agigantados, y ni hablar del barrio Santa Ana, una barriada que prácticamente parece olvidada en todo sentido.
Los vecinos de la zona, además de tener que lidiar con obras interminables que la comuna y otras empresas ejecutan en el lugar, desde hace un tiempo vienen sufriendo el robo de antenas y de distintos insumos necesarios para el acceso a internet en el hogar.
“Esto no es nuevo, viene pasando desde hace años. Igualmente, de un tiempo a esta parte se han acrecentado los robos de antenas”, explicó Fernando López, uno de los tantos instaladores que acostumbra a prestar sus servicios en el barrio Santa Ana.
El especialista, preocupado por la situación, comentó que esta problemática no solamente afecta a esa zona.
Los barrios Pécora, Patrón Santiago, San Javier, Antonelli, Los Guindos y Santa Rita también sufren los embates de los amigos de lo ajeno.
Y si bien los técnicos acostumbran a tratar de “esconder” los caños de las antenas, esto no parece ser un impedimento para los ladrones.
“Los techos de las casas están unidos, entonces van caminando y recolectando las distintas antenas en horas de la madrugada”, se lamentó el instalador.
El tema preocupa y mucho a los vecinos de la barriada, que ya no saben cómo frenar el avance de los delincuentes. “El barrio Santa Ana es al que más fuerte le dan”, dijo el joven técnico.
Y explicó que en su caso particular, también se ve afectado, ya que los clientes “nos hacen los reclamos a nosotros. Hasta la semana pasada les restituíamos la antena, pero les pedíamos que hicieran la denuncia”.
Una vez que los perjudicados hacían la presentación correspondiente, “les colocábamos de nueva la antena”.
Sin embargo, teniendo en cuenta los reiterados robos, sumado al costo de dicha infraestructura, López y compañía se vieron obligados a tener “que empezar a cobrar la reposición de la antena”, que según dijo tiene un valor cercano a los 45 mil pesos.
Pero, hay casos “en los que los clientes no quieren pagar, y ahí lamentablemente no nos queda otra que darles de baja”.
Así es la dura realidad que se vive en Guaymallén, un departamento que parece estar “a la buena de Dios”.