La iniciativa denominada: “Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión”, es interpretada por los que la apoyan, como una oportunidad para cambiar la dinámica de poder de la Iglesia y dar una mayor voz a los católicos laicos, incluidas las mujeres, y las personas marginadas de la sociedad.
Los detractores entienden que es una pérdida de tiempo y además sostienen que puede lastimar la estructura jerárquica de sus miembros y diluir la doctrina tradicional.
En una misa en la basílica de San Pedro, Francisco dijo que los católicos deben tener la mente abierta sobre este nuevo proceso.
Durante su homilía preguntó: “¿Estamos preparados para la aventura de este viaje? ¿O tenemos miedo a lo desconocido, prefiriendo refugiarnos en las habituales excusas: ‘Es inútil’ o ‘Siempre lo hemos hecho así'”?.
En la primera etapa, los católicos de parroquias y diócesis de todo el mundo debatirán cuestiones como si la Iglesia escucha lo suficiente a los jóvenes, las mujeres, las minorías y los marginados de la sociedad. También discutirán cómo identificar los estereotipos y prejuicios en sus comunidades locales y qué tipo de Iglesia creen que Dios quiere en el mundo de hoy.
Después del proceso consultivo, está previsto que se realicen debates a niveles regionales, por países y luego por continentes, luego los obispos se reunirán en el Vaticano durante un mes en 2023. Prepararán un documento y luego el Papa escribirá una Exhortación Apostólica dando sus puntos de vista, sugerencias y quizás instrucciones sobre varios temas.
El periódico progresista National Catholic Reporter, con sede en Estados Unidos, elogió la iniciativa como una oportunidad para lograr una mayor inclusión.
“Puede que no sea un proceso perfecto, pero es más probable que la Iglesia aborde las necesidades del pueblo de Dios con él que sin él”, dijo un editorial.
Fuente/ Ámbito