A pura explosión, llamaradas de fuego, papel picado, los conocidos trucos escénicos y un irresistible rock fiestero, Kiss puso fin anoche en la Argentina al espectáculo más grande que dio la historia del rock con su parada en el porteño Campo de Polo Argentino del “End of the Road World Tour”, la gira con la que se retira definitivamente de los escenarios.
Cuando tras dos horas de show, las cuatro máscaras más icónicas del género cerraron entonaron el estribillo de “Rock and Roll All Nite”, con sus figuras casi perdidas entre la gran lluvia de papel picado, estaban sin saberlo resumiendo la filosofía que guió durante 50 años a este emblema del shock rock.
Precisamente ese medio siglo de grandes himnos rockeros y golpes de efecto estuvieron presentes anoche, a través del repertorio y de todos esos rituales escénicos Kiss sumó a lo largo de su recorrido y que le dieron su principal carácter.
En tal sentido, en las dos horas que duró el show, “El Demonio” Gene Simmons hizo su terrorífico número de escupir sangre en “God of Thunders” y su circense performance de lanzar fuego por la boca en “I Love It Loud”; y “El Chico Estrella” Paul Stanley voló sobre el público antes de “Love Gun” y rompió su guitarra al final.
#BuenosAires Rock City! YOU were READY & so were WE! What an AMAZING night! Thank You #Argentina! #EndOfTheRoadTour pic.twitter.com/FBBbqkYh42
— KISS (@kiss) April 24, 2022
Tampoco faltaron los disparos y explosiones lanzadas desde la guitarra del “Hombre del Espacio” Tommy Thayer, como en su momento lo hacía el original Ace Frehley en “Cold Gin”; ni la plataforma de la batería que se eleva en el solo de “El Gato” Eric Singer, una tradición también inaugurada por el histórico Peter Criss.
Pero más allá de las explosiones y estos esperados y celebrados momentos, la banda regaló 23 de sus grandes clásicos, fundamentalmente aquellos de los años `70, cuando el grupo alcanzó una impresionante fama; aunque también estuvieron en menor medida las composiciones de la época del glam metal, cuando la banda decidió quitarse el maquillaje.
En tal sentido, demostró una vez más que detrás de la gran parafernalia -o acaso sosteniéndola- hay una soberbia banda capaz de tocar hard rock sencillo pero contundente y fiestero; y dejó la certeza de que se extrañará su ausencia en la escena.
Tras la postergación de dos años por la pandemia de coronavirus, Kiss finalmente pudo retomar y traer a estas tierras su gira despedida, algo que convocó de manera particular al ya de por sí fiel público local.
En su mayoría con las caras pintadas como los cuatro famosos personajes del grupo, madres y padres con hijos pequeños, adolescentes y veinteañeros, y fans de la primera hora fundieron sus voces en cada uno de los estribillos y compartieron su fervor ante cada mohín de la banda o cada truco escénico. Es que el grupo no le falló y le entregó por última vez todo aquello que no puede faltar en un show de Kiss.
Cerca de las 21.30, un video mostró a los cuatro integrantes de “la banda más caliente del mundo” en el backstage yendo hacia el escenario, para luego hacer su aparición bajando desde plataformas colgantes al ritmo de “Detroit Rock City”.
Entre constantes explosiones, luces resplandecientes y humo, el fervor se mantuvo en niveles altos con “Shout It Out Loud” y persistió con “Deuce” y “War Machine”, pasajes en donde “El Demonio” puso en juego toda su galería gestual. En oposición, “El Chico Estrella” fue locuaz, intentó hablar en castellano y se mostró dinámico por todo el escenario.
Sin que se perdiera en ningún momento la energía, el grupo fue mezclando canciones de sus primeros discos como “Calling Dr. Love” y “Cold Gin”, con temas de los ´80 como “Heaven´s On Fire”, “Lick It Up” o “Tears Are Falling” y algunos de los ´90, como “Psycho Circus”; todos ellos celebrados por igual por el público.
Mientras los líderes Simmons y Stanley, cada uno con su estilo, oficiaban de grandes maestros de ceremonia a partir de mantener al extremo sus personajes, Thayer y Singer destacaron exclusivamente con sus solos y dejaron más al margen la cuestión de los roles.
Como si en ningún momento se perdiera de vista que se trataba del último cara a cara entre Kiss y el público argentino, cada pasaje del show, cada gesto y cada palabra era celebrada; y cada uno de los miembros se llevó su ovación personal.
Si como se dijo antes, con “God of Thunders” Gene Simmons escupió sangre y se elevó en una plataforma, y para “Love Gun” y “I Was Made For Loving You” Paul Stanley voló sobre el público y cantó desde la zona de la consola de sonido; “Black Diamond” marcó un primer final plagado de explosiones al ritmo de la música.
Eric Singer tuvo un momento más de protagonismo al abrir los bises con “Beth”, al piano y con pistas que reprodujeron los arreglos de cuerdas originales, para que luego se sumara del resto de la banda y comenzará a decir adiós con “Do You Love Me?”.
“Rock and Roll All Nite” en medio de la lluvia de papel picado y las bombas de serpentinas fue el digno cierre de esta historia que, sin embargo, de alguna manera invitó a seguir rockeando toda la noche y de fiesta cada día.
Mientras se disipaba el humo de la última explosión, por los parlantes comenzó a sonar “God Gave Rock and Roll To You” y en las pantallas se leía “Kiss los ama, Buenos Aires”. A juzgar por las lágrimas en los ojos y el maquillaje del público mientras se retiraba, los fans de Buenos Aires también van a extrañar mucho a Kiss y su cautivador circo rockero.