El día 18 de julio del año 1994 un coche bomba explotó en frente a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).
A raíz del hecho, fallecieron 85 personas y 300 resultaron heridas. Casi tres décadas después, no hay culpables por el hecho.
“Parecía la guerra. Los edificios caídos como castillos de naipes. Las madres llamando a sus hijos. Los maridos llamando a sus esposas. Todos gritando sin entender que era lo que pasaba, con desesperación“, dijo Mirta Satz, empleada de la AMIA.
Después del suceso, si bien los vecinos del lugar ofrecían su ayuda, un equipo especializado comenzó a buscar víctimas entre los miles de escombros y las edificaciones derrumbadas.
“A penas empezamos, buscamos sobrevivientes durante 24 horas sin parar. Después, en turnos de seis horas. Así durante diez días“, afirmó Nati Guefen, integrante de la brigada israelí en Buenos Aires.
No solo murieron quienes trabajaban en la sede, sino también personas que pasaban por el lugar o tenían su empleo cerca de la zona afectada por el bombardeo.
VER: A 28 años del atentado a la AMIA, y tras la pandemia, el acto volverá a ser presencial
Según la justicia argentina, los responsables de este hecho son la organización islámica libanesa Hezbolá y el gobierno de Irán, aunque ellos niegan cualquier tipo de participación en el atentado.