Cuando el joven Vladímir Putin se dirigió a una oficina de recepción pública del KGB para informarse sobre cómo convertirse en oficial de inteligencia, le dijeron que sería necesario un título universitario o el servicio en el ejército. Así lo cuenta al menos su biografía oficial.
¿Quién trabajaba en el KGB?
Aunque trabajar en el KGB prometía ciertos beneficios, estaba lleno de personas de diversos orígenes.
Dado que el KGB era una institución compleja que incorporaba múltiples direcciones -cada una con sus propias responsabilidades profesionales-, era necesario cubrir las vacantes con personas de diversos talentos y especializaciones.
“El KGB de la URSS era una organización grande y de estructura compleja. Por ejemplo, el trabajo de la Primera Dirección General (inteligencia) era fundamentalmente diferente al de las direcciones territoriales (que se dedicaban a contrainteligencia). Había muchas unidades especializadas, de combate y técnicas, contrainteligencia militar o tropas fronterizas (con su propia inteligencia), las divisiones 7ª y 9ª eran responsables de la seguridad de los funcionarios del Partido”, explicó Andréi Milejin, antiguo oficial del KGB.
En cambio, los reclutadores del KGB se esforzaban por cribar a los posibles candidatos en muchos otros lugares, no relacionados con la policía secreta: universidades, ejército, fábricas, etc.
El exoficial del KGB Milejin dijo que los novatos eran educados y entrenados de manera muy efectiva.
“Nunca he visto una formación y organización del servicio más motivada y eficaz en ningún otro lugar. Creo que era la cima del trabajo ideológico y la gestión de la Unión Soviética, la verdadera élite del país”, dijo.
El reclutamiento del KGB era muy selectivo, aunque hubo casos en los que el KGB alistó a personas contra su voluntad.
Agentes involuntarios
Para cumplir sus funciones, el personal del KGB se apoyaba en una amplia red de informantes. A menudo, tanto los ciudadanos soviéticos como los extranjeros eran persuadidos -o incluso estafados- para trabajar.
Los principales objetivos de reclutamiento para los oficiales del KGB destinados en el extranjero, especialmente en los países del bloque occidental, eran personas que ya habían alcanzado una determinada posición -o cargo- de reputación en su país o aquellas que podrían llegar a ella en el futuro.
Un antiguo manual secreto del KGB, publicado ahora en Internet, afirma que los agentes del KGB debían concentrar sus esfuerzos de reclutamiento, en primer lugar, en las instituciones responsables de controlar la política exterior del país en cuestión: “El gabinete de ministros, el ministerio de asuntos exteriores, los centros de dirección de los partidos políticos, los grandes monopolios, etc.”.
Los agentes del KGB buscaban a personas desencantadas en sus puestos de trabajo y a quienes simpatizaran con los objetivos y los principios ideológicos de la Unión Soviética.
Las universidades de todo el mundo fueron también un gran caldo de cultivo de agentes clandestinos del KGB, que eran reclutados y utilizados más tarde, después de haber ascendido en su carrera.
Los ciudadanos soviéticos también se convertían a menudo en agentes e informantes involuntarios del KGB.
También se conocen casos de miembros de la intelectualidad -escritores, artistas y deportistas- que fueron reclutados por el KGB para informar sobre miembros disidentes de su comunidad.
Prohibido el acceso
Aunque el KGB reclutaba informantes y agentes de forma casi indiscriminada, el Comité de Seguridad del Estado filtraba minuciosamente a los que deseaban ser empleados oficialmente. Una reputación manchada y/o algunos rasgos físicos podían prohibir para siempre a un candidato trabajar en el KGB.
Se prefería a los candidatos de aspecto poco llamativo, frente a los que tenían ciertos rasgos físicos inusuales como tics nerviosos, defectos oculares y estrabismo, trastornos del habla, dientes salientes o grandes marcas de nacimiento, por no hablar de las discapacidades físicas visibles. Se consideraba que estos rasgos podían perjudicar la capacidad de un candidato para cumplir sus funciones, que a menudo requerían llevarse a cabo de manera discreta.
Según un antiguo oficial del KGB reconvertido en escritor, los representantes de ciertas etnias también tenían prohibido de forma no oficial trabajar en el KGB. Por ejemplo, los judíos, los tártaros de Crimea, los karachais, los calmucos, los chechenos, los ingusetios, los griegos, los alemanes, los coreanos y los finlandeses eran evitados en gran medida por los reclutadores del KGB, ya que consideraban que las personas de estas etnias eran “poco fiables”, un hecho que atestigua la discriminación étnica en el país.
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