Los relativos y esporádicos momentos de calma que se vivieron en las últimas horas en torno al conflicto en Ucrania no están ni cerca de aplacar una tensión que viene en aumento desde fin del año pasado y que preocupa cada vez más a la comunidad internacional. Pero, sobre todo, un interrogante sobrevuela las esferas políticas y sociales del mundo entero: ¿es posible que todo termine en una guerra?
Esta semana hubo nuevos acercamientos entre Rusia, por un lado, y los Estados Unidos junto con las potencias europeas, por el otro. Pero lejos de llegar a un acuerdo, en las últimas horas Putin reiteró que hasta el momento no respondieron a las demandas que presentó el Kremlin y Estados Unidos siguió alistando tropas que pronto viajarán a la zona del conflicto. Las amenazas no frenan.
Distintos factores se esconden detrás de este enfrentamiento. El primero, y tal vez el más importante, es la intención de Putin de que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no se expanda hacia Europa del Este, ósea, cada vez más cerca de Rusia. El recurrente coqueteo de Ucrania por adherirse a la alianza de 30 países pone los pelos de punta al Kremlin.
“Los líderes de las principales potencias buscan demostrar su fortaleza”, explicó a TN la exembajadora argentina ante Ucrania Lila Roldán, para luego agregar que “hay móviles ideológicos que caracterizan el accionar de Putin”, como, por ejemplo, “recuperar el prestigio de potencia mundial de la Federación Rusa”.
La amenaza de una guerra
A pesar de este contexto, los principales analistas y expertos consultados para este artículo coincidieron en que difícilmente se llegue a una guerra a gran escala como tal. El exembajador ante Rusia y actual secretario general del CARI, Ricardo Lagorio, analizó que “Putin sabe que si cruza la línea roja quien más tiene para perder en el mediano plazo es la propia Rusia”.
Por su parte, el diplomático Mariano Caucino -autor de “la Rusia de Putin” y “Rusia actor global”- consideró que “una guerra sería una tragedia inenarrable entre dos países cuyos pueblos tienen un mismo origen”, para luego agregar que “nadie quiere un conflicto directo con Rusia”. Ambos coinciden en que mientras la diplomacia se mantenga activa, “siempre habrá salidas”.
Pero, ¿qué sucedería si finalmente los contactos diplomáticos no son suficientes? ¿Qué pasaría si Estados Unidos no cede ante los pedidos del Kremlin y Putin decide invadir Ucrania? Este es el fantasma que sobrevuela a las potencias occidentales -que por eso proveyeron a Kiev de toneladas de cargamento militar- y los propios ciudadanos ucranianos.
En ese sentido, Oleksandr Slyvchuk, analista político del Instituto Ucraniano para las Relaciones Internacionales, fue contundente en el diálogo con TN: “Ucrania se prepara para el peor escenario”. Explicó que “la invasión sigue siendo muy probable dada la cosmovisión militarista” y que “el ejército está preparado para enfrentar la opción más irracional para Moscú”, que es el conflicto bélico.
En búsqueda de una salida pacífica
El diálogo diplomático es lo que todavía mantiene al margen una escalada aún mayor de las acciones militares. Si bien Rusia sostiene a los más de 100.000 soldados en la frontera con Ucrania, la OTAN mantiene su “estado de alarma” y Estados Unidos anunció el envío de tropas en el corto plazo, los tambores de guerra no comenzaron a sonar con fuerza.
Para ponerle punto final al conflicto se necesitaría que alguna de las partes ceda, algo que no está a la vista. Rusia pidió no sólo que Ucrania no se adhiera a la OTAN sino que la alianza retire las tropas y el material militar de los países que se sumaron a partir de 1997. Occidente respondió con una carta donde, según el Kremlin, estos pedidos no fueron tenidos en cuenta.
“Rusia, como siempre, está pidiendo algo de máxima para quedarse con la mínima”, reflexionó el exembajador Ricardo Lagorio. Llevar la tensión al límite para quedarse con algo, una vieja estrategia política. Biden y los mandatarios europeos también quieren evitar una guerra a gran escala, “sería un enorme costo y devastador para Ucrania”, agregó Lila Roldán.
Al mismo tiempo, el diplomático Mariano Caucino afirmó que “una salida del conflicto necesariamente requiere la aceptación de un estatus de neutralidad de Ucrania en el que se le den garantías a los rusos de que la OTAN no se expandirá más hacia el Este y se reconozcan las garantías de seguridad sobre la integridad territorial de Ucrania”.
Una tensión con más de 8 años de historia
Para comprender el conflicto no sólo hay que mirar la distribución geopolítica actual, sino que es necesario retrotraerse a noviembre de 2013. En aquel momento Vladimir Putin forzó al por entonces presidente ucraniano, Viktor Yanukóvich, a que suspenda el acuerdo de asociación a la Unión Europea que Ucrania estaba a punto de firmar.
En reclamo a esta decisión los movimientos pro europeos llenaron las calles de Kiev, lo que dio inicio al “Euromaidán”. Fueron jornadas de masivas protestas en la Plaza de la Independencia de la capital ucraniana que finalmente terminaron con violencia, represión y casi un centenar de muertos.
Este desenlace hizo que en 2014 el presidente Yanukóvich tuviera que dejar su cargo, lo que se consideró un triunfo y una señal de claro acercamiento hacia la Unión Europea. Como respuesta, en febrero de ese mismo año, Putin decidió invadir la península de Crimea y la ciudad de Sebastopol, claves para la salida al Mar Negro y la presencia de la flota naval rusa.
Meses después, en abril de 2014, se desató una nueva guerra: la de Donbás. Es una región al este de Ucrania que fue tomada por dos grupos independentistas que desde ese momento exigen la adhesión a Moscú. Nacieron como oposición al “Euromaidán” y envalentonados por Crimea. Al día de hoy mantienen su lucha y es una región donde constantemente se producen pequeños enfrentamientos militares.
En estos 8 años Ucrania y parte de la comunidad internacional mantuvieron el reclamo por la península de Crimea, a lo que el Kremlin hizo oídos sordos. Nunca desde aquel momento la tensión había escalado a los niveles actuales. Las negociaciones seguirán en los próximos días, mientras todas las potencias aseguran que buscan una salida pacífica al conflicto.