Cristina Fernández de Kirchner, una figura central en la política argentina durante las últimas décadas, enfrenta uno de los momentos más críticos de su carrera.
La confirmación de su condena en la causa Vialidad por parte de la Cámara de Casación Penal podría llevarla a prisión, lo que pondría fin a su libertad y complicaría aún más su futuro político.
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La sentencia, que la acusa de direccionamiento de la obra pública en Santa Cruz, es solo el último capítulo de una saga judicial que ha definido en gran parte su trayectoria desde que dejó la presidencia.
Cristina y el tejido de alianzas
En un contexto político marcado por la incertidumbre, Cristina Kirchner busca sostener su influencia mediante alianzas estratégicas. Entre los nombres que se mencionan en estos movimientos figura el del presidente Javier Milei. Aunque ambos representan sectores políticos antagónicos, las complejidades del sistema político argentino y la necesidad de evitar un posible encarcelamiento parecen haber acercado posiciones.
Este tipo de alianzas no es nuevo en la política argentina. Los antecedentes de Carlos Menem y Lula da Silva —ambos condenados pero políticamente activos hasta el último momento— sirven de referencia para entender cómo un líder puede sortear sentencias judiciales con apoyos políticos clave.
El rol de la Corte Suprema y el sistema político fracturado
El desenlace de la causa Vialidad dependerá en última instancia de la Corte Suprema, que podría actuar como un freno o como un catalizador para el cumplimiento de la sentencia. Esto deja a Cristina en una situación delicada, donde su futuro personal y político depende no solo de los tribunales, sino también del equilibrio de poder dentro del sistema político.