Científicos de la Universidad Nacional de Cuyo y del CONICET descubrieron que los blancos terapéuticos evaluados para el tratamiento del dolor crónico se modifican durante la vida.
Un 50% de los pacientes que sufren de dolor crónico no logran un control adecuado y eficiente de su dolor, por lo que su calidad de vida se degrada y aparecen variadas co-morbilidades.
“Esta realidad es aún más pronunciada en personas mayores de 65 años, grupo en el que la incidencia de fallo terapéutico para el dolor crónico de origen patológico se acerca al 70%“, así lo explicó Cristian Acosta, director de la investigación sobre los blancos terapéuticos del dolor.
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En ese sentido, se presentaron hallazgos que modifican lo que se conocía en el campo en la fisiopatología del dolor y demuestra que las drogas que se utilizan actúan diferentes en jóvenes y en adultos mayores.
La investigación del equipo del Instituto de Histología y Embriología de Mendoza (IHEM) (UNCUYO- CONICET) buscó examinar el efecto que el envejecimiento tiene sobre la función del sistema sensorial periférico, que es el encargado de detectar y responder a estímulos de tipo mecánico y térmico.
“Este sistema nervioso periférico incluye a las neuronas aferentes primarias que se ubican en los ganglios de la raíz dorsal. Estas neuronas están altamente especializadas en la detección de diferentes sensaciones y para ellos utilizan proteínas específicas”, detalló Acosta.
Los científicos se enfocaron en examinar como cuatro proteínas, que se ha demostrado que cumplen roles importantes en las alteraciones sensoriales que acompañan al dolor crónico, cambian a lo largo del envejecimiento y así ver que roles cumplen normalmente en distintas edades. “Para entender el alcance de nuestros descubrimientos, es necesario indicar que las cuatro proteínas que estudiamos (Nav1.8, P2X3, ASIC3 y TRPM8) están siendo activamente consideradas como blancos para el tratamiento del dolor crónico“, destacó el profesor universitario e investigador independiente del CONICET.
Por el contrario, la investigación de los profesionales del IHEM mostró que las proteínas estudiadas cambian su abundancia relativa en el sistema nervioso periférico con la edad y además cuando se inhiben farmacológicamente en animales jóvenes y viejos que no tienen dolor, las drogas causan alteraciones en la percepción mecánica y fría, algo totalmente inesperado.