Ian Alejandro Rubey, el varón trans que está a punto de dar a luz a mellizos

Se encuentra en la 33° semana de gestación. "Me dieron licencia por maternidad pero voy a ser papá”, comentó el licenciado en Ciencias Biológicas.

Ian Alejandro Rubey, un joven de 31 años, ha tomado notoriedad últimamente por estar gestando mellizos. Se trata de un varón trans, que sin pelos en la lengua, aclara que va a ser papá. 

En una extensa entrevista brindada a Infobae, contó que su deseo no era sólo gestar a sus hijos sino tenerlos por parto vaginal y amamantarlos. Señaló que esta situación no atenta contra su masculinidad.

“Cuando vuelvo a las fotos de mi infancia me doy cuenta de que tuve la posibilidad de conectarme mucho con quien yo quería ser. Veo las fotos y digo ‘mirá, ahí estaba ese niño más allá de que lo llamaran con nombre de mujer”, dijo.

En algún momento de su vida, reconoce haber crecido como una chica. Y como siempre había tenido una expresión más bien masculina y le gustaban las mujeres, asumió que no podía ser otra cosa que lesbiana, y así se lo comentó a su mamá.

“Sentí que estaba lastimando a alguien muy importante para mí. Así que a partir de ese momento dejé de lado todo lo que me pasaba e intenté feminizarme lo más que pude”, expresó.

“Pasé por varias relaciones con varones súper frustradas. Evidentemente no me fue muy bien, fue una época muy fea de mi vida, muy angustiante”, recordó en la charla que mantuvo con los colegas.

Luego de varias frustraciones, destacó que volvió a conectarse “con esa expresión de género masculina que había tenido en la infancia. Me gustaban las chicas, siempre me habían gustado, y ahora sí volví a contárselo a mi madre pero ya desde otro lugar. Ya no era una adolescente sino una persona con autonomía que no estaba dependiendo de su madre para sobrevivir”.

“Sin embargo, muchas personas que no me conocían me leían como un varón. Lo loco era que a mí no me molestaba, lo mismo que me había pasado en la infancia”, indicó el sureño.

Una de sus amigas, le hizo una serie de preguntas que lo descolocó un tanto: “¿Seguro que te sentís mujer? ¿de verdad estás conforme con este género?”.

Ya era 2016 cuando las preguntas cayeron sobre tierra fértil. El contexto social, además, era favorable. Ya hacía 5 años que un joven llamado Alejandro Iglesias había contado en Gran Hermano que era un varón trans y su deseo era ganar el reality para pagarse la mastectomía (la extirpación de las mamas) y la faloplastia (la creación quirúrgica de un pene).

Ian tenía 27 años cuando comprendió que el tema no era su orientación sexual (si le gustaban las mujeres o los hombres) sino su identidad de género (si se percibía mujer o se percibía hombre). Es decir, cuando entendió que no era una chica lesbiana sino una masculinidad trans.

La respuesta a todo aquello, sin embargo, llegó muy cerca de la edad que suele aparecer como un tope para la fertilidad. La edad en la que se supone que el “cuco” del reloj biológico empieza a correr cada vez más rápido. “¿Podía ser varón y gestar un bebé? ¿Cómo, si se supone que el tándem vagina -útero- tetas “es lo más maternal y femenino del mundo”?.

El embarazo

La sensación, al menos la primera, es que estaba obligado a abandonar un deseo en nombre de otro.

“Quería formar mi familia pero no se me ocurría pensar en gestar, precisamente porque lo asociaba con la idea de ser mujer”, desanda. “Yo estaba intentando apropiarme de mi identidad masculina y hacerla parte total y absoluta de mi vida, me estaba inyectando testosterona. No me cuadraba ni por casualidad que se podía ser hombre y estar embarazado, al contrario, sentía que iba a ir en desmedro de mi masculinidad”.

Que otros varones contaran y mostraran sus historias como padres gestantes fue, para Rubey, la puerta de entrada a esto que es: un papá que gesta, un papá que va a dar la teta. Ian, entonces, empezó a seguir en las redes sociales a dos hombres trans españoles que estaban embarazados “y vi que por más que tuvieran una panza de 8 meses su identidad no cambiaba. Eran ellos, seguían siendo ellos”.

Ya hacía tiempo que Ian había iniciado su transición y que se inyectaba testosterona cada tres meses. Así había logrado, entre otras cosas, engrosar su tono de voz, que le creciera la barba, poner en pausa la menstruación. Sabía sin embargo, que para buscar un embarazo a través de un método de reproducción asistida iba a tener que dejar la testosterona para recuperar el ciclo menstrual.

“No fue un problema porque mi identidad de género masculina ya estaba muy arraigada”, explicó, y habló a que, a esa altura, su identidad no dependía de una barba, del timbre de voz o del impacto emocional que pudiera provocarle tener que volver a usar “toallitas femeninas”.

Pero había más: ¿quería tener un hijo sin estar en pareja? Si es mucho trabajo de a dos, ¿iba a poder hacerlo solo? “Yo no tenía pareja cuando empecé a pensar en ser padre, tampoco quería vincularme con alguien así, o sea, buscar a alguien solo para poder tener un hijo”, cuenta.

Tener un título universitario y dos trabajos (porque además de ser docente de Biología y Matemáticas, trabaja en la Secretaría de Educación, Cultura y Deportes de la municipalidad de Puerto Madryn) le aportaron la idea de autosuficiencia que necesitaba: yo puedo, solo también puedo.

El hecho de tener un trabajo registrado, fue vital para el joven: “En mi caso, el trabajo me permitió proyectar qué quería para mi vida”.

Era noviembre de 2021 cuando Ian decidió suspender la inyección de testosterona que le tocaba. Cuatro meses después recuperó su ciclo menstrual. El plan de su médica era intentar, al menos para empezar, con un tratamiento de baja complejidad con esperma donado.

Lo primero que sucedió, sin embargo, fue el clásico “pero” de su obra social. “Me pidieron un estudio psicológico completo. No sé bien por qué fue, si porque era un varón el que estaba buscando embarazarse o porque yo era una persona sola. Hasta ese momento mi obra social no admitía que personas que no estuvieran en pareja y que no tuvieran un problema de fertilidad accedieran a los tratamientos”.

Cuando le comentó a psicóloga , esta fue clara y le dijo que “de ninguna manera” avance. Y si bien esto también le podía traer otras complicaciones con respecto a la aplicación de la Ley de fertilidad y Ley de Identidad de Género, recurrió a la Defensoría Pública local. “Siempre jugando con esto de que vos no sepas y dejes tu deseo de lado”, precisó. Intervinieron las abogadas y al mes lo llamaron para decirle que estaba todo aprobado.

Le hicieron la estimulación ovárica  “que es todo al revés de lo que venía haciendo, porque me inyectaron hormonas femeninas”, dijo, y luego comentó que le hicieron la inseminación. “Es raro pero unas horas más tarde yo sentí que ya estaba sucediendo”.

Pocos días después su doctora recibió los análisis y dijo las palabras que confirmaron la sensación: “Con estos resultados quiero decirte que estás embarazado”. Era 20 de diciembre cuando Ian reenvió el mensaje a sus amigas, a sus amigos, a su mamá. Había quedado embarazado en el primer intento.

Dos semanas después fue con una amiga a hacerse la primera ecografía. “Aia”, dijo ella apenas vio el monitor. “Yo veía que había como dos partes, y en mi mente dije ‘bueno, lo de abajo debe ser el diafragma’”, comentó. Claro que no era el diafragma, eran Manuel y Yanay Almendra, los mellizos que están a días de nacer.

“Estar embarazado no va en contra de mi masculinidad, ni siquiera con esta panza de 8 meses”, sostuvo. De hecho, a diferencia de otros hombres trans, el joven no se hizo la doble mastectomía, por lo que tiene pensado amamantarlos “al menos por un tiempo, hasta que necesite volver a recuperar mi cuerpo”.

En los dos trabajos tendrá una licencia extendida por gestación múltiple “aunque lamentablemente todavía se llama licencia por maternidad, cuando está claro que yo no voy a ser la madre sino el padre, que le estoy poniendo el cuerpo a la paternidad”.

Aquello de tener un hijo solo, al final, fue tomando formas nuevas con el correr de los meses, porque ya embarazado, Ian se puso en pareja con Patricia, una joven de Buenos Aires que se mudó a Puerto Madryn pronto para acompañarlo en la crianza. “Como que nos encontramos dos personas que estábamos deseando lo mismo en el mismo momento, ¿no?”, añadió.

 

 

Artículos Relacionados

Volver al botón superior