El joven piloto argentino Franco Colapinto continúa su impresionante aprendizaje en la Fórmula 1, donde ha demostrado un talento extraordinario en cada circuito que enfrenta.
Ahora, el Gran Premio de México representa un desafío particularmente complejo para Colapinto, debido a las características únicas del circuito y la altitud que afecta tanto el rendimiento mecánico como físico.
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El Autódromo Hermanos Rodríguez, sede del Gran Premio de México, se encuentra ubicado en la Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca, al oriente de la Ciudad de México. Este circuito de 4,303 kilómetros se distingue por sus 17 curvas (diez a la derecha y siete a la izquierda) y una recta principal de 1,314 kilómetros, que permite a los pilotos exprimir al máximo la velocidad de sus monoplazas.
Sin embargo, lo más desafiante no será únicamente el trazado técnico del circuito, sino la altura a la que se encuentra: 2.285 metros sobre el nivel del mar.
La elevada altitud de la Ciudad de México tiene un impacto significativo en varios aspectos de la competencia. En primer lugar, la densidad del aire se reduce en un 25%, lo que afecta tanto el rendimiento de los motores como la condición física de los pilotos. Para Colapinto, esta será una prueba adicional, ya que la menor cantidad de oxígeno en el ambiente puede comprometer su resistencia física a lo largo de las exigentes vueltas del Gran Premio.
Desde el punto de vista mecánico, la altura afecta directamente la eficiencia de los motores. Aunque la potencia no se ve reducida directamente, los turbocompresores de los autos deben trabajar más intensamente para compensar la falta de oxígeno, lo que puede generar un sobreesfuerzo en los sistemas y comprometer la confiabilidad de los componentes del auto. Además, la menor densidad del aire afecta el agarre de los neumáticos, lo que incrementa el riesgo de pérdida de tracción en las curvas, un factor crítico en un circuito que combina alta velocidad y sectores de frenada exigentes.
Otro de los aspectos claves a considerar en el Gran Premio de México es la refrigeración de los monoplazas. La menor cantidad de aire disponible reduce la efectividad de los sistemas de enfriamiento, lo que puede provocar sobrecalentamientos en componentes cruciales como los frenos, la caja de cambios y el motor.