Sebastián Simón trabaja en la función pública provincial de Salta desde adolescente, pasó por tres Gobiernos y ahora se convirtió en funcionario de jerarquía al ser designado hace un año como director general en el área que ocupa.
“Tengo recuerdos de ser un nene de 10, 12 años, sentar a mi familia en el patio de casa y hacerles el show: el show de Reina Reech. Pero con un distintivo: mi hermana era la bailarina, yo era Reina Reech”, le asegura al portal Infobae.
Fue a esa edad que comenzó a representar a un personaje femenino, en épocas de escuela primaria, algo que perdura hasta el día de hoy, ya que además de ser funcionario público es drag queen.
Es decir, es el director general de la delegación Turismo de Salta, representante del Ministerio de Turismo en Buenos Aires, y a su vez Imperia, un personaje creado con tacos de 20 o 30 centímetros, Uñas y pestañas postizas y peluca.
Este enero, Sebastián Simon hace malabares para tratar de mejorar la situación de una de las actividades más importante de Salta y accede a hablar sobre el origen, algo que ocultó durante mucho tiempo.
“En mis 20, por ahí, descubrí el transformismo. Ya trabajaba en el gobierno”, menciona, entonces “compraba zapatos altísimos, de 20 centímetros, y me los ponía para caminar en mi casa, solo. Después empecé a inventarme vestuarios parecidos a los de los videoclips, no era solo lo femenino sino lo espectacular. Me fascinaba pero podría decir que lo hacía a escondidas, porque lo camuflaba en una fiesta de disfraces o me iba a Tucumán, donde no me conocía nadie”.
Durante más de 10 años mantuvo oculta esa vida, ello mientras crecía en la administración pública durante el gobierno de Juan Manuel Urtubey.
“Pero yo sentía que al transformismo le faltaba algo y hace cinco años descubrí lo que era ser drag queen. Podía no solamente emular una figura femenina, sutil y delicada, sino que lo podía hacer sin reglas. Podía tener tacos y barba, pestañas gigantes y nada de tetas, el pelo rapado o una peluca llena de pelo. Pero además podía ser un personaje que trascendiera, que saliera de la noche, que tuviera algo que decir”, comenta Simón.
En ese sentido, ideó un personaje llamado Imperia, pero lo mantuvo en secreto ante el miedo de que ello no le permitiera seguir creciendo profesionalmente. “La tuve dos años y medio en el closet, en el anonimato total”, comenta.
“¿Qué hacía? Pasaba dos horas y media, tres, montándome. Al principio me maquillaban, ahora aprendí y me maquillo solo. Para las caderas me hago ‘panchos’, que son láminas de goma espuma que te las cortás y te las moldeás a la forma de tu cuerpo. Fui probando con las pelucas, al principio cuesta, después uno se va encontrando”, explica.
Asimismo añade que “la ropa te la comprás o la reformás, lo mismo con las uñas postizas. Si no te las podés comprar cortás un envase de gaseosa, les das formita, te las pegás, las pintás y nadie se entera que son de plástico. En mi caso no me pongo tetas, pero las veces que uso me pongo un corpiño que ya tiene forma y adentro mis soquetes”.
Sebastián no es travesti, es un hombre cisgenero, es decir, acepta el genero que se le dio al nacer, es gay y está en pareja. Ello lo menciona para afirmar que ser Drag Queen es un hecho artístico y que nada tiene que ver con la orientación sexual.
Fueron dos años y medio hasta que hizo una cuenta en Facebook de Imperia: “Una cuenta solo de ella, no me animaba a mostrarla en la de Sebastián Simón, tenía miedo de incomodar o que levantara comentarios que a veces uno no tiene ganas de escuchar. Creo que el primero que tenía prejuicios era yo”.
Sin embargo un domingo se animó y hubo escándalo en la oficina. “Pero escándalo lindo”. “Yo no era funcionario, era un agente del área de promoción de turismo, nada más. Y justo había empezado a haber todo este ímpetu de empezar a trabajar el turismo LGBT+. Y ahí es cuando me dije a mí mismo: ‘Yo tengo este personaje, esta drag no es un disfraz, tiene algo para decir’”.
Por ello le dijo a sus jefes: “Yo puedo hablar en primera persona de lo que es pertenecer a la comunidad LGBT+ en Salta, y encima lo puedo hablar con este personaje que es contundente y lo hace con respeto. Si vamos a trabajar el turismo LGBT lo hagamos en serio, que no sea sólo un papelito que diga ‘bienvenidos y bienvenidas’”.
Se acercaba el evento LGBT+ más importante en el que iban a participar representantes de todas las provincias por lo que propuso ir como Imperia: “Me dijeron ‘andá pero si vas como Imperia no digas Salta’”, cuenta.
“‘¿Qué hice yo?’. Caí a la cena de cierre de este gran evento toda montada. Rompí todas las reglas, a costa de cualquier cosa”, continúa. “¿Y sabés qué pasó? Los secretarios de Turismo que estaban ahí, los directores, empezaron a filmarme y al día siguiente, todos los funcionarios tenían el video de este personaje tan particular hablando de los vinos locales en nombre del gobierno de Salta”.
Los jefes de Sebastián fueron elogiados y tras ello, éste fue ascendido a director general en la gestión de Gustavo Saez para que represente lo referente al turismo LGBT+.
Ya como director, se presentó en el evento “Vendimia Para Todos”, en Mendoza, y ganó como embajadora drag queen y en junio grabó un video recitando un escrito que él mismo había redactado:
“Y un día despertamos queriendo entender por qué teníamos que cambiar para encajar, agradar, complacer. ¿Alguna vez conociste a alguien que sintió vergüenza de vestirse como quiere, o a alguien que le incomodaran las burlas de esa mayoría que actúa en patota minimizándonos simplemente por ser? ‘Llorar es de maricas’ y ‘jugar al fútbol es de machos’, decían. Lo único que queríamos era pertenecer. Pero la frustración de no hallarnos en ese mundo normal abrió heridas que para muchos fueron incurables (…) ¿Pero saben qué? Vivirlo nos llenó de poder. El desprecio y la vergüenza mutaron, ya no más tapar el dolor con una sonrisa, no. Ahora me acepto yo para que vos no tengas que aceptarme (…)”.
Sebastián sabe lo difícil que es dar pelea, sobre todo en una provincia que es “muy conservadora por el hecho de que está muy arraigada a lo religioso”.
Por ello, en redes recibe tantos insultos como salmos. “Ante eso, me agarro fuerte de la mano de mi pareja, me maquillo con más fuerza o publico la foto más estrafalaria y más montada que tenga, y le meto. Esa es mi declaración política”, culmina.