Hasta hace algunas semanas, el plan de Cristina Kirchner era claro y unívoco: “Máximo Kirchner presidente” en 2023. No era ningún secreto, lo decía en cada reunión en la que se analizaba quién sería el sucesor de Alberto Fernández.
Sin embargo, algo cambió en su cabeza y ahora ya no habla de su vástago como candidato a suceder al jefe de Estado, sino que apareció otro nombre en el horizonte: Axel Kicillof.
En encuentros reservados, la vicepresidenta se desvive en elogios hacia la figura del gobernador bonaerense, rememorando lo que fue su paso por el Ministerio de Economía de la Nación. En los idus en los que ella misma era presidenta, hace una década.
Olvidando los desastres que dejó a su paso Kicillof: desde la pésima renegociación de la deuda con el Club de París —cuyos coletazos se viven en estas horas—, hasta la “estatización” de YPF, respecto de la cual el hoy mandatario bonaerense llegó a sostener que, no solo la Argentina no iba a pagar un solo peso, sino que además la firma Repsol iba a tener que abonar una suculenta indeminzación. El final es harto conocido.
A esta altura, lo que está claro es que Kicillof es quien toma algunas de las decisiones que termina aplicando Alberto, ya sea por motu proprio, ya sea por intermediación de Cristina. El caso más emblemático es el del manejo de la pandemia del coronavirus.
El presidente, que había pergeñado su propia impronta respecto de cómo avanzar en las restricciones del caso, terminó siendo cooptado por las ideas del gobernador bonaerense, que pedía un virtual regreso a la Fase 1.
Según las pocas fuentes oficiales que se animan a hablar, siempre en off the record, lo que se verá a partir de ahora en materia económico-financiera son las “recomendaciones” de Kicillof. Principalmente relacionadas con la expansión del gasto público. Pensando siempre en los comicios, y olvidando que ello provoca aún más inflación.
Martín Guzmán debió rendirse ante el nuevo dogma, aún cuando complica sus negociaciones con los acreedores internacionales.
A tal respecto, tuvo un encuentro esta semana con Kicillof que, se suponía, sería reservado. Pero luego se “filtró” una fotografía y se acabó el secretismo. No fue el ministro de Economía el que viralizó al foto… se aclara por las dudas.
Para conocer qué hay en el “inconsciente colectivo” de los K solo hay que rememorar un posteo que hizo esta semana Delfina Rossi, hija del ministro de Defensa, Agustín ídem: “Cuando gobernás una provincia pero conducís un país”, tuiteó. Al rato, borró el mensaje.
“No es tiempo para provocaciones”, le dijeron. Recordando que es un año electoral y, al menos por ahora, el Frente de Todos debe seguir unido. Luego se verá.
Digresiones aparte, algunos maliciosos recordaban en Twitter que, en 2015, a su padre se le había perdido un misil. Fue en su anterior gestión en la cartera de Defensa. “A Delfina se le perdió un tuit”, decían maliciosamente.
Como sea, para lograr el objetivo de que Kicillof llegue a ser el candidato oficial del kirchnerismo, hay un escollo inesperado: La Cámpora. Ese espacio, que supo verlo nacer a la política, no confía en él.
Por eso, Cristina trabaja día y noche para acercar posiciones entre el gobernador de Buenos Aires y los referentes de la agrupación que comanda su hijo Máximo. En una suerte de remake del pacto que ella misma hizo con Alberto.
Por lo pronto, pocos saben que, detrás de la “estatización” de la empresa IMPSA, anunciada esta semana desde Mendoza, hubo un trabajo mancomunado entre reputados camporistas y Kicillof.
Es la nueva “gran gesta” del kirchnerismo, que ha decidido aportar 20 millones de dólares a efectos de salvar a una firma cuyo dueño, Enrique Pescarmona, ha admitido haber coimeado 13 veces a funcionarios K a efectos de hacerse de millonarios contratos. Curiosa movida.
El peronista Jorge Tanús, titular del fideicomiso del Banco de Inversiones y Comercio Exterior (BICE), dijo a este cronista que se justifica la medida porque la empresa tiene un potencial de negocios por mil millones de dólares. Habrá que ver.
Entretanto, llama la atención que el Estado haga semejante dispendio de plata en momentos en los cuales escasean los dólares y la realidad requiere enfocarse en detener el avance de la pandemia.
Por caso, Santiago Cafiero dijo esta semana en el Senado que no se habían adquirido las esquivas dosis de Pfizer justamente por carencia de esas divisas.
Toda una incoherencia, que se suma a otra similar, vivida también esta semana: mientras el jefe de Gabinete juraba y perjuraba en el Congreso Nacional que la meta inflacionaria no superaría el 29% anual, diputados y senadores se aumentaron sus salarios un 40%.
Más allá de la contradicción discursiva, el incremento es todo un cachetazo a aquellos que vieron resignados sus ingresos a causa de las restricciones impuestas por el Gobierno nacional.
Con un agravante: los monotributistas deberán tolerar que les aumenten su cuota mensual en un 35%… y de manera retroactiva a enero. Delicias de la política, oficialista y opositora. ¿O acaso alguien escuchó a alguien de Juntos por el Cambio maldecir por tal atropello? ¿Qué decir del silencio de unos y otros respecto del aumentazo de los sueldos de senadores y diputados?
Fuera de lo que es la política parlamentaria, el Gobierno trata de avanzar en el plan de vacunación a nivel nacional, para poder mostrar algo mínimamente positivo en su gestión de cara a lo que serán las PASO y las legislativas.
Ello explica el rimbombante anuncio oficial de esta semana respecto de la aprobación de las dosis argentinas de la Sputnik V por parte del Instituto Gamaleya de Rusia.
Quien las fabrica es Marcelo Figueiras, dueño de laboratorios Richmond, a quien se presume testaferro K. Sin evidencias… por ahora.
El que ha aguado esa “fiesta” del Gobierno es el abogado Yamil Santoro, a través de una documentada denuncia judicial, que asegura que el laboratorio donde se terceriza el envasado de las vacunas, MR Pharma, no garantiza las condiciones necesarias para que estas no se contaminen.
Básicamente porque allí mismo se enfrascan ampollas con hormonas, y ello incidiría en la calidad de las vacunas Sputnik argentas.
La causa avanza más rápido de lo que se cree, e inquieta al kirchnerismo, sobre todo porque pone el foco en aquellos dineros que le “regalaron” a Figueiras para construir la planta que hará las dosis en un futuro próximo. Son fondos “no reembolsables”. Es decir, no hay que devolverlos.
Todo suena a gran negociado en beneficio de unos pocos amigos del poder. Figueiras es solo uno, Hugo Sigman es otro bendecido K.
Repentinamente se va entendiendo por qué no avanzaron las negociaciones con Pfizer.
Una licitación mendocina en la mira
Mendoza fue parte de la agenda nacional esta semana por la ya mencionada capitalización de la empresa IMPSA, de la cual el Estado provincial será socio minoritario.
Significa que en la mesa de accionistas las decisiones serán refrendadas por el Gobierno nacional, cuyos intereses ideológicos se encuentran en las antípodas de los de Rodolfo Suarez. Por ello, y por otros motivos, aún está en duda cuánto le conviene a Mendoza el convenio de marras.
No obstante, no es eso lo que más debe preocupar a los mendocinos ahora mismo, sino los alcances del “Proceso ComprAr Nº 10606-0006-lpu21”.
Se trata de un una millonaria licitación impulsada por el Ministerio de Haciendas y Finanzas de la Provincia para comprar carne de novillo para asado, entre otro tipos de alimentos.
Los detalles de la movida rememoran aquella que reveló Diario MTN en febrero pasado, que apuraba el gasto de 65 millones de pesos para adquirir aguas y otras bebidas. También a cargo de la cartera que comanda Lisandro Nieri.
En momentos en los cuales el mendocino promedio no puede comer carne —por las complicaciones de la economía—, el dispendio innecesario de fondos del Estado para comprar ese insumo suena a provocación. Otra de las tantas.