Un día después de que Alberto Fernández hablara de embestir contra la Justicia, bajo la atenta mirada de Cristina Kirchner, aparecieron los mandaderos de siempre.
Aquellos que se autoperciben como intérpretes de los deseos del poder de turno. Para avanzar en el sendero que señaló ayer mismo el presidente de la Nación.
Primero fue el ministro camporista Eduardo “Wado” De Pedro, quien conminó al Poder Judicial: “O se transforma o se va”, advirtió.
Luego apareció el “valet” de Cristina, Oscar Parrilli, quien habló directamente de crear una comisión bicameral en el Congreso Nacional dedicada a “controlar” a los jueces.
Es curioso porque el senador K nunca se refirió al desempeño de los magistrados sino que habló de “investigarlos e interrogarlos”.
Amén de lo stalinista de la medida, nunca está de más recordar que ya existe un Consejo de la Magistratura, organismo creado justamente para evaluar el trabajo de los jueces.
Dicho sea de paso, Alberto también habló ayer de reformar ese mismo cuerpo, el cual ya está totalmente cooptado por el kirchnerismo. Inentendible.
Hay que reconocer que no le pifia el jefe de Estado cuando habla de que la Justicia no funciona como corresponde. Pero no es algo que le afecte al ciudadano. No al menos el fuero Federal o la Corte Suprema, que son los terruños donde el presidente busca meter sus narices.
La Justicia que está cerca de la sociedad es la Previsional, la Civil, la Comercial. Incluso la Penal. Lo referido al tópico Federal solo les importa a políticos, contrabandistas y narcotraficantes (muchas veces mezclados entre sí).
Incluso, cuando Alberto critica a ese fuero, jamás hace referencia a jueces que han demostrado ser corruptos. Aquellos que acumulan denuncias y más denuncias ante el Consejo de la Magistratura. Tal el caso de Eduardo Farah, quien fue eyectado oportunamente por su inconducta y luego fue “rescatado” por el mandatario, que lo devolvió a la Cámara Federal.
Farah es el mejor ejemplo de la Justicia que debe erradicarse: un magistrado siempre a las órdenes del operador Javier Fernández, que a su vez es manejado por el oscuro Antonio Stiuso, otrora mandamás de la AFI.
¿Esa es la Justicia que aplaude el kirchnerismo? ¿Los Oyarbide y los Canicoba Corral, que ingresaron pobres y se fueron millonarios después de pasar por el Poder Judicial, siempre a fuerza de hacer favores a los corruptos de turno?
Jamás hay que olvidar que Oyarbide es el mismo que, según el excontador de Néstor y Cristina, Víctor Manzanares, recibió ocho millones de dólares por parte de estos para sobreseerlos en una intrincada causa por enriquecimiento ilícito. Así lo hizo el 24 de diciembre de 2009. Enorme regalo de Nochebuena del ahora exjuez.
Como puede verse, de a poco se va delineando la Justicia que quiere Cristina. En un año clave, donde se juega el ajedrez electoral de medio término: las elecciones legislativas.
Nada que deba sorprender finalmente. Ya lo anticipó el propio Alberto en un tuit del año 2013: “Cristina busca subordinar la justicia al poder politico”.