Durante las últimas horas se conoció que la dictadura de Augusto Pinochet en Chile habría entregado más de 2 mil niños en adopción de manera irregular a Suecia, con el objetivo de mejorar las relaciones entre ambos países.
A raíz de esto se abrió una investigación oficial sobre adopciones internacionales, la cual involucra a miles de niños provenientes de países como Chile y Colombia.
La información fue publicada por el medio sueco Dagens Nyheter (DN), que publicó el reportaje “Niños a toda costa”. Por medio de esas líneas, tomó notoriedad cómo menores provenientes de países pobres habian sido adoptados en la nación europea sin el consentimiento de sus padres entre 1971 y 1992.
En lo que respecta a Chile, una investigación previa de Karen Alfaro (Universidad Austral), reunía antecedentes de al menos 630 casos de niños chilenos llevados a Suecia de forma irregular.
Dicho trabajo se titula “Niños y niñas chilenos adoptados por familias suecas. Proximidad diplomática en tiempos de Guerra Fría (1973-1990)”, donde se indica que “las adopciones se convirtieron en parte de un juego político para levantar el aislamiento internacional de Chile”.
De acuerdo a los artículos de DN, Suecia creó un sistema que permitía un sistema de adopciones en circunstancias “poco éticas”. Eso causó gran revuelo en el país europeo, tal es así que la ministra de Asuntos Sociales, Lena Hallengren, inició una investigación gubernamental sobre las adopciones internacionales. La funcionaria explicó que “el investigador examinará si se produjeron irregularidades en los países desde los que provienen la mayoría de las adopciones así como en los países en los que hay fuertes sospechas de que hubo irregularidades”.
En tanto la justicia chilena abrió en 2018 una investigación judicial para analizar miles de adopciones irregulares por extranjeros incluidos ciudadanos suecos, ocurridas durante la dictadura de Pinochet, que se extendió desde 1973 hasta 1990. Durante la investigación se descubrió esta semana que el régimen militar buscó usar las adopciones como un instrumento para presionar al Gobierno de Suecia, que había sido especialmente crítico con el régimen chileno durante el mandato de Olof Palme, quien ejerció como primer ministro durante 10 años en dos etapas: desde 1969 hasta 1976, y desde 1982 hasta su asesinato cuatro años más tarde.
En ese marco, la investigación señala que cerca de 2.000 niños chilenos fueron adoptados por suecos entre 1974 y 1990, dentro de una campaña orquestada para tratar de mejorar las relaciones entre ambos países. Allí actuaban como piezas clave el Centro de Adopción Sueco y grupos de extrema derecha suecos afines a Pinochet, que buscaban potenciar las relaciones amistosas entre ambas naciones.
El documento concluye que las adopciones de niños por parte de familias suecas fueron actos que vulneraron los derechos humanos, detrás de una cortina que buscó mostrarlas como ayuda humanitaria, por la difícil situación de la niñez chilena afectada por desnutrición y alta mortalidad. Así, su regularización se transformó en estrategias diplomáticas y políticas para sacar beneficios y revertir el aislamiento del régimen militar.