Contestar llamado es todo un problema para los jóvenes de la Generación Z. Lo que sucede es que les resulta tedioso y prefieren enviar mensajes de voz o directamente escribir. Según estudios realizados, atender llamados llega incluso a bajar su estado de ánimo. Consideran que deben interrumpir todo lo que están haciendo.
Ahora bien, la gran pregunta que varios se hacen es si esto se puede convertir en un trastorno. Mariela Caputo (M.P. 199.685), psicopedagoga y máster en Neuropsicología Clínica y doctoranda en la Facultad de Medicina de la UBA, descarta que sea un trastorno por el cuál preocuparse. Sin embargo, si lo considera una advertencia.
Señaló que la oralidad es fundamental en todo contacto humano. A través de las interacciones verbales, el cerebro también construye significados funciones como la memoria, y la capacidad cognitiva en general.
“Muchos de ellos, en general la mayoría de los jóvenes, utilizan las redes sociales como principal fuente de diversión, para ponerse en contacto con sus amigos, conocer a otras personas o intercambiar mensajes e imágenes. Ellos toman una postura de vida que puede ser afectada por tener o no acceso a ese mundo. Está instalado como un hábito que rápidamente tomó un protagonismo en la vida cotidiana, para muchos de esos jóvenes, como único medio de comunicación”, expresó la especialista.
“Sin convertirse en una situación patológica, igualmente se evidencia una preocupación que nos compromete a familiares y educadores a prestar especial atención y promover otro tipo de generación de vínculos y medio de comunicación”, dijo.
“Es por eso que debemos fortalecerlos y acompañarlos desde pequeños en el manejo de las relaciones sociales, según el tipo de procesamiento de información que manejan y su nivel de pensamiento concreto, sujeto al vínculo presencial”, aconseja.
Finalmente, Caputo concluyó: “Es muy importante que esa práctica la puedan realizar en espacios reales como la escuela, los cumpleaños, el club, etcétera. En estos espacios, se desarrolla el aprendizaje de las habilidades sociales, la autorregulación y el desarrollo del control inhibitorio que permite coordinar acciones concretas desde el funcionamiento cognitivo”.