Finalmente, los astros se configuraron para que IMPSA sea salvada por el Estado —nacional y provincial—, por la friolera de 20 millones de dólares. Un verdadero despropósito.
En momentos de feroz pandemia, mucho se podría haber hecho con esa plata. Cosas útiles y necesarias, mucho más que “zafar” a la compañía de un tipo que reconoció haber coimeado 13 veces a efectos de beneficiarse con millonaria obra pública.
Lo hizo en el contexto del expediente que investiga los cuadernos de la corrupción del chofer Oscar Centeno, a efectos de intentar morigerar el peso de la ley sobre su persona.
Solo por esto último, ¿amerita que Impsa sea salvada como empresa, por más “emblemática” que sea? ¿Cuántas otras compañías podrían haber sido rescatadas por esa millonada de guita?
Gente de la política, más específicamente funcionarios cercanos a Alberto Fernández, me juran que hay intereses inconfesables detrás de la decisión de regalarle 20 palos verdes a Impsa. Relacionados con las elecciones de este año.
No me consta, aunque no me sorprendería. Porque en la Argentina suelen pasar cosas de tal tenor.
No obstante, más allá de los intereses detrás de la avanzada, suena a absurdo el desembolso de tanta cantidad de dinero en momentos en los cuales la economía tambalea producto de la irrefrenable pandemia del coronavirus. En donde cada centavo es imprescindible para reforzar el sistema sanitario.
Llámese compra de vacunas, ampliación de camas en los hospitales, mejora de salario de los trabajadores de la salud, o lo que fuere.
Como se dijo, en Argenzuela nada debe sorprender. Pescarmona será salvado una vez más y todos estaremos felices y contentos, aunque nadie llegue a fin de mes.
Porque, como solía decir Mafalda, “todos somos iguales… pero algunos son más iguales que otros”.
¿Está bien que el Estado mendocino “salve” a Impsa con 5 millones de dólares?