La emblemática heladería Soppelsa, uno de los íconos más queridos de Mendoza, cierra sus puertas tras más de 90 años de historia. La noticia conmocionó a generaciones de mendocinos que crecieron disfrutando de sus famosos helados, particularmente en la tradicional esquina de España y Las Heras, donde se ubicaba desde la década de 1930.
El motivo del cierre, que se produce a solo seis años de que la heladería cumpliera un siglo, está relacionado con problemas de salud que afectan al fundador de la marca.
Los herederos de este legado, los hermanos Soppelsa, se vieron obligados a tomar la drástica decisión de poner fin a una historia que comenzó hace casi un siglo y que dejó una huella indeleble en la vida de miles de mendocinos.
Un legado de sabor y tradición
La historia de Soppelsa comenzó en 1924, cuando Don Pedro Soppelsa emigró desde Italia con el sueño de construir una vida mejor en Argentina. Sin embargo, fue su hermano Guerrino quien, en 1927, decidió establecerse en Mendoza.
Lo que inició como una modesta producción de helados en una habitación con piso de tierra pronto se convirtió en un negocio que marcaría la historia de la ciudad.
En 1930, Guerrino Soppelsa inauguró la primera sucursal de la heladería en la icónica esquina de España y Las Heras, que hoy baja sus persianas para siempre.
A lo largo de las décadas, Guerrino trabajó junto a su hijo Ernesto, quien continuó con el negocio hasta que fue el turno de Dante, padre de Flavio, en llevar el mando de este emprendimiento familiar. Tres generaciones unidas por una pasión: hacer los mejores helados de Mendoza.