En Argentina existen modismos verbales que van cambiando a lo largo y ancho del país y, como no podía ser de otra manera, Mendoza tiene el suyo.
Quien brindó una serie de ejemplos con el fin de graficarlo, fue Exequiel Nacevich en el portal SerArgentino.com.
Acovachar: poner o guardar algo en algún lugar con espacio reducido y cuyo acceso es difícil. También puede utilizarse para decir que una persona se acovachó, es decir, se escondió o se guardó.
Refalar: es la forma que tienen algunos mendocinos para decir “resbalar”, aunque esta está más ligada a los pueblos rurales y las zonas más alejadas del centro de la provincia.
Cococho: en sí misma no tiene un sentido, sino que debe emplearse en una frase para ser entendida, por ejemplo, “llevar a alguien a cococho”, es decir, cargar a alguien en la espalda. También se utiliza: “llevar a alguien a peteco” o “petequito”.
Gil: si bien es una palabra universal y está relacionada a una persona poco viva, en Mendoza tiene su explicación propia en relación al viento Zonda y el indígena Gianco.
Coscacho: refiere a dar un golpe con la mano abierta en la parte de atrás de la cabeza a alguien con el fin de despabilar a una persona que hizo o dijo algo desubicado. Sin embargo, con el tiempo, se acostumbró a decirle de esta manera a cualquier golpe dado en la cabeza.
Yerbiado: se trata de la infusión que se hace con agua caliente y yerba mate. En otras partes del país se le dice mate cocido, pero para el mendocino es yerbiado o yerbeado.
Carne molida: es lo mismo que decir carne picada y no es que no te entiendan ya que el término “picada” es universal, pero probablemente recibas una cuota de desprecio por hablar como “porteño”.
Atolladero: hace referencia a un congestionamiento o aglomeración. Se utiliza para describir una acumulación intensiva de vehículos en las calles mendocinas. También se utiliza la palabra “taco”, que si bien es oriunda de Chile, en Mendoza muchos se han acostumbrado a utilizarla.
Tirame las agujas: no solo es un término mendocino, sino muy antiguo. Según los más adultos, era una frase que se utilizaba en los años 80 y que su uso te hacia quedar como una persona canchera. Se trata de una manera de pedir la hora, ya que en ese momento los relojes de aguja eran lo más populares.