La tolerancia cero nos vuelve a poner frente a un falso debate. Nos tienta con la salida fácil, el atajo, la demagogia, frente a un problema complejo, que exige grandes esfuerzos conjuntos para obtener resultados.Todos queremos menos accidentes de tránsito. Ni un muerto más en las rutas argentinas a causa de conductores intoxicados, no solo por la ingesta desmedida de alcohol, sino también por efecto del consumo de drogas o el abuso de psicofármacos.Pero claramente bajar de 0,5 g/l a 0 la tolerancia de alcohol en sangre para conducir no es la solución. Implementándola no se alcanzarán los resultados que se dicen buscar, mientras que se generará un gran perjuicio para las provincias vitivinícolas, se afectará decididamente el desarrollo del turismo y la gastronomía en todo el país y se alimentará un mal silencioso pero creciente en la Argentina: la ingesta de bebidas industriales edulcoradas con productos nocivos para la salud como el jarabe de maíz de alta fructuosa.¿Quién responde por los problemas de obesidad y el deterioro de la salud de las familias argentinas? ¿Los poderes del Estado dimensionan el perjuicio que medidas como la tolerancia cero pueden traer?El vino es cultura. El vino es salud y es un alimento. El vino argentino es la bebida nacional, consagrada por una ley que el Congreso votó por unanimidad. Y está presente en la mesa de los argentinos. El vino es parte de nuestra tradición, vinculado con diversos sectores que generan trabajo como el enoturismo y la gastronomía. Sigue siendo una bebida con una importante penetración en la dieta y alimentación de los argentinos, que se asocia principalmente a la familia y amigos. Hoy la vitivinicultura es una actividad económica generadora de empleo de calidad que está presente en 18 provincias.Proponemos un debate sobre bases y argumentos científicos con evidencias estadísticas, siguiendo el ejemplo de los países más exitosos en cuanto a educación y prevención de accidentes de tránsito. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere que se promulguen y hagan cumplir las leyes que establecen el límite de concentración de alcohol en sangre (CAS) en 0,5 g/l como una forma de contribuir a reducir considerablemente los siniestros viales relacionados con el consumo de alcohol. Es que efectivamente existe una relación directa entre consumo de alcohol y siniestralidad en la que “el riesgo objetivo se despega del eje horizontal a partir de una concentración de alcohol en sangre mayor a 0,5 g/l”.Llevar el límite a cero (0 g/l) es inaplicable sencillamente porque es imposible de medir. El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), como autoridad de aplicación para la homologación de los alcoholímetros, estableció vía resolución 145/2012 que el error máximo permitido en estos instrumentos es de 0,041 g/l sangre. Por lo tanto, no es recomendable establecer como límite legal el 0,00 g/l sangre.Los costos de beber en exceso y conducir deben vincularse a las penalidades y a la educación especialmente en los más jóvenes. La salida no es cambiar la ley, es implementar más controles y sanciones que sean efectivas para generar legitimidad en la normativa y favorecer el cambio de conducta. Promovemos una estrategia integral y multisectorial de concientización sobre los efectos que provoca el alcohol en el organismo para desincentivar la conducción insegura.José Alberto Zuccardi, Presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR)