A nivel mundial, uno de cada 100 niños tiene trastorno del espectro autista (TEA), según estimaciones de la OMS que en 2007 instituyó el 2 de abril como Día de la Concientización y cuya celebración este año tiene como lema “por un mundo neuroinclusivo para todos” y busca destacar la contribución de las personas con autismo “en el hogar, el trabajo, las artes y la formulación de políticas”.
Según la OMS, el trastorno del espectro autista “constituye un grupo de afecciones diversas relacionadas con el desarrollo del cerebro” cuyas características “pueden detectarse en la primera infancia, pero, a menudo, el autismo no se diagnostica hasta mucho más tarde”.
“Por lo general, el recorrido de los padres para llegar a un diagnóstico suele ser complicado y confuso y, en la mayoría de los casos, los problemas para interactuar motivan una consulta especializada entre los 3 y 5 años; pero no hay una única evaluación o forma de llegar a un diagnóstico, ni alcanza con ver a un solo especialista“, dijeron desde Fleni en un comunicado
Por eso, a un diagnóstico completo se llega solamente después de “una evaluación multidisciplinaria a cargo de equipos con experiencia en niños con desafíos del desarrollo” y la evaluación realizada por estos especialistas “tendrá en cuenta distintas áreas como el lenguaje, la comunicación, el nivel madurativo, el perfil sensorial, las habilidades sociales, las emociones y la conducta”.
“De cada una de las evaluaciones específicas surgirán elementos para determinar los tratamientos más indicados, ya que no todos los chicos del espectro autista necesitan las mismas cosas y tampoco hay un tratamiento único y estandarizado para ellos“, afirma Silvia Panghini, jefa del Sector de Psiquiatría Infantil de Fleni.
Además de la dificultad en la interacción social y la comunicación, las personas con TEA presentan patrones atípicos de actividad y comportamiento; por ejemplo, dificultad para pasar de una actividad a otra, gran atención a los detalles y reacciones poco habituales a las sensaciones.
Las capacidades y las necesidades de las personas con autismo varían y pueden evolucionar con el tiempo: aunque algunas pueden vivir de manera independiente, hay otras que necesitarán constante atención y apoyo durante toda su vida.
“Cada situación de la vida cotidiana representa una oportunidad para estimular el ida y vuelta en la comunicación y el juego, compartir y ampliar intereses, y desarrollar habilidades que contribuyan a mejorar la calidad de vida de la persona con TEA y su familia”, añadió Panghini.
En niños con TEA, es esencial que la familia y los equipos terapéuticos estén comunicados con los docentes y los directivos de las escuelas para familiarizarlos con las características específicas de cada chico, sus preferencias y desafíos y así permitir una convivencia amble que beneficie a todos los alumnos.
“Se calcula que, en todo el mundo, uno de cada 100 niños tiene autismo y esta estimación representa una cifra media, pues la prevalencia observada varía considerablemente entre los distintos estudios”, sostiene la OMS.
“No obstante, en algunos estudios bien controlados se han registrado cifras notablemente mayores. La prevalencia del autismo en muchos países de ingresos bajos y medianos es hasta ahora desconocida”, agregaron.
La evidencia científica disponible indica la existencia de múltiples factores, entre ellos los genéticos y ambientales, que hacen más probable que un niño pueda tener autismo.