Los CDs están experimentando un leve aumento en ventas por primera vez desde 2004, cuenta la empresa analista de datos MRC Data. Por una parte, es inevitable que cada vez se hable más del regreso del CD. Ese adagio popular que afirma que las modas se repiten cada 20 años (aunque hay teorías para todos los gustos, como la regla que estira el ciclo al doble de años, hasta los 40) nos pilla de lleno en 2022, o casi. Aunque por supuesto, el CD se inventó mucho antes de principios de los dosmiles. Se comenzó a comercializar en 1984, y también hubo hitos en su historia como la invención del CD-ROM en 1985 o el CD grabable en 1990.
Pero fue en el año 2000 -hace aproximadamente esos veinte años de la creencia popular en los ciclos de las modas- en el que las cifras de ventas de los CDs llegaron a su máximo en ventas (más de 13.000 millones de euros en Estados Unidos, según la Recording Industry Association of America) y sustituyeron por completo al cassette como estándar para el almacenaje y reproducción de música. Desde ahí se inició un lento descenso que ha llevado a unos ingresos de unos 483 millones de dólares en el año 2020, último del que se tienen registros.
La tendencia se repite también si contemplamos el número de copias vendidas. Aquel mismo año, en el 2000, se llegó al máximo histórico de ventas: 942,5 millones de unidades. Desde ahí se puede ver también un descenso en proporciones muy similares, hasta llegar a los apenas 31 millones vendidos en 2020, último año de registro. Eso no quiere decir que la industria no tenga ingresos. De hecho, los 12.000 millones de euros en ingresos totales de la industria en 2020 comienzan a acercarse a los tiempos de gloria (máximo total: 1999, con más de 14.000 millones de euros). Pero claro, en 2020 la mayoría de esos ingresos, alrededor del 70%, proceden del streaming, tanto por publicidad como mediante suscripciones (y subiendo: en la primera mitad de 2021 se hablaba del 84%).
Es decir, si nos atenemos a esos veinte años cíclicos, la cosa tiene sentido: es el tiempo que ha pasado desde el pico de popularidad de los CDs, así que ya toca. Y hay un runrún entre la industria y la prensa: Rolling Stone hablaba hace un par de semanas abiertamente de un revival del formato, pero lo cierto es que con los datos en la mano, hay que ser precavidos: ese resurgir de las ventas que cuenta MRC Data es apenas una subida del 1%. Es más, se puede achacar toda la culpa de este momentáneo boom a las ventas del último disco de Adele.
Y si nos vamos a sus directos competidores en términos de formato, el CD sigue siendo un secundón. El vinilo lleva creciendo de forma consistente desde hace 15 años, y los ingresos en la industria en ese formato doblan a los del CD. Técnicamente, la música grabada en digital puede ser superior al vinilo, pero está claro dónde van las simpatías de los melómanos, que además cargan al vinilo de un componente nostálgico muy fuerte.
¿Revival o espejismo?
Desde Pitchfork, hablaron con un representante de la web Discogs, que les suministró unos datos muy interesantes: el año pasado vendieron un 8’8% más de CDs que el anterior, un total de 3’7 millones de unidades, y en 2022 llevan el mismo ritmo. Antes de la pandemia el impulso fue aún mayor: el formato dio un salto del 37% en 2020. Discogs es un centro esencial para coleccionistas de formatos físicos, así que está claro que esas ventas pertenecen no a un mercado mainstream, donde reina el streaming sin problemas, sino a compradores que adquieren CDs con criterios de coleccionista.
Y ese criterio de coleccionista se deja ver, por ejemplo, en corrientes de Tik Tok como las que se agrupan bajo el hashtag #CDcollection, que demuestran un enfoque muy similar a los de los coleccionistas de vinilo, más abundantes, distinguidos y con mejor prensa. Es la prueba de que no estamos tanto ante una revitalización del formato (cuyas virtudes son igualadas sin problemas por los servicios de streaming con mejor sonido), sino ante una reivindicación estética y un ejercicio de nostalgia.
Tiene todo el sentido del mundo: quienes eran adolescentes con el cambio de siglo, ahora están entre los treinta y pico y los casi cuarenta años, la edad perfecta para empezar a echar de menos los buenos viejos tiempos y el descubrimiento de una nueva tecnología de reproducción de audio. Y además, hay un detalle extra que convierte a los CDs en blanco perfecto para una nueva oleada de nostalgia.
Como cuenta el youtuber Music Radar Clan en su historia de la música grabada, el sonido de los discos compactos no solo era muy superior al de las cassettes: también era posible copiarlo sin apenas pérdida de calidad. Es decir, con el CD estamos a las puertas, también con la llegada de internet, del intercambio de archivos que conservaban (a diferencia de las copias de cassette) buena parte de las virtudes de los originales.
A principios de siglo los CDs propiciaron el último gran momento de gloria de las discográficas y formaron parte de una auténtica tormenta perfecta: eran los años previos a internet, es decir, cuando aún no habíamos perdido la inocencia como consumidores, y los CDs como soporte vendían más que nunca, con lo que todos teníamos CDs y reproductores. Los “buenos viejos tiempos”: abono perfecto para una explosión de nostalgia veinte años más tarde.
Fuente: Nota de JOHN TONES, en portal Xataka