Fernando Ubieta repartió cajas navideñas, pollos y helados en su terruño, La Paz; y en breve hará lo propio con miles de juguetes que tiene pensado regalar a los chicos del mismo Departamento.
Jura que le preocupa la posibilidad de que esos pibes puedan no tener obsequios de Reyes, y por eso él se convirtió en uno de los propios magos.
Entonces, se disparó la discusión que estalla cada vez que algún referente político decide hacer asistencialismo desde el Estado: ¿Es solidaridad o populismo? Que conlleva una pregunta accesoria: ¿Por qué lo hace, por amor o por votos?
No son las únicas preguntas a hacerse, hay muchas otras: ¿Es correcto el hecho de ser solidario con la plata de todos?
¿No deberían destinarse esos fondos a otras cuestiones, por caso aquellas relacionadas con la pandemia del coronavirus?
Ubieta conoce las respuestas, porque no es un improvisado ni mucho menos. Es un hombre de la política. Más aún, un cuadro del peronismo, siempre afecto a este tipo de movidas más efectistas que efectivas.
Que no carecen de un detalle fundamental, acaso aquel que explica todo: este año hay elecciones legislativas en la provincia. Y allí se juegan los votos para la renovación del Concejo Deliberante de La Paz.
Ello explicaría la parafernalia mediática —y en redes sociales— que le imprimió Ubieta a su gesta. Las fotos que ilustran esta nota son parte de la difusión que hizo el propio municipio.
Porque no se trata solo de ser “solidario”, sino también —sobre todo— de parecerlo.