Este domingo José Ramón sorprende con una columna en el portal Parlamentario, donde explica sus “fundamentos para rechazar el aborto y pedir una consulta popular”.
Arranca explicando que, desde que asumió el cargo de diputado de la Nación, a fines del año 2017, ahora por segunda vez; “tuve la oportunidad de visualizar muy pronto, la profunda división que existe en la discusión de los temas que afectan a los mendocinos que me toca representar”. Luego avanza:
Cada grupo se adueña de lo que cree es la verdad; y el otro es el enemigo a silenciar y vencer. Si hay un tema que demuestra esta fractura en nuestra sociedad, la falta de diálogo entre las distintas posturas, y la mera presión para condicionar a los legisladores, en lugar de una discusión sincera libre y respetuosa, es el tema que tratamos hoy.
Provengo de una familia, en la que aprendí los valores de la tolerancia, la solidaridad y de reconocer al otro enfrente de mí; y creo en el debate respetuoso y tolerante. Estoy convencido de que es positivo y enriquecedor para ambas partes discutir con quienes piensan distinto, aun cuando legítimamente no lleguemos a un acuerdo.
Creo que ese ámbito. Tanto en el año 2018, como en este trámite exprés 2020; no se ha generado en el Congreso.
Cada lado se ha limitado -lamentablemente- a exponer su “verdad”, con un grado de exasperación cada vez mayor, esperando que de tanto insistir, los demás cambien de “verdad”.
Porqué marco y remarco, que no se ha dado el debate que el tema requiere, y porqué, creo también, que no podemos seguir imponiendo nuestras verdades sobre los demás. Me parece que sí había un tema que requería una consulta popular, era este (hace muy poco, en Irlanda se aprobó un referéndum de este tipo justamente).
Este Congreso no está utilizando las herramientas que la Constitución nos dio en el 94.
No podemos decidir acá por el lobby, por la cantidad de gente que esté en una marcha, o por quién hace más ruido: necesitamos llegar a un mayor consenso. Este es uno de los motivos que me lleva a rechazar el proyecto que vamos a votar hoy.
Como a mucho de mis colegas, la discusión me ha generado gran angustia.
He escuchado muchísimas exposiciones, y discutido durante muchas horas con amigas, amigos, familiares y profesionales. Algunas cosas me han quedado claras.
Nadie, absolutamente nadie, quiere practicarse un aborto. Cada vez que una persona tiene que enfrentar un embarazo no deseado, estamos ante un problema social y personal.
En la mayoría de los casos, el Estado ya llegó tarde, sea porque faltó contención, educación sexual o respuestas preventivas. Nos quedamos con una persona en una situación imposible de resolver, y angustiada. Esto solo ya es una tragedia.
También sé que se ponen trabas a muchas de las medidas necesarias para prevenir que esto suceda, y que hay una enorme diferencia entre la situación de los grupos más pobres de la sociedad y los que tienen recursos. Ambos están en esta situación terrible, y recurren al aborto como respuesta, pero los pobres ponen en riesgo su vida, mientras que los ricos consiguen una atención mucho menos riesgosa. Conozco también, que la criminalización en nuestro país no ha cumplido con su objetivo (los abortos se hacen), y que es injusta porque apunta a los sectores más vulnerables que recurren a la salud pública, y no a quienes deciden abortar.
Pero estas que son mis verdades, no pueden llevarme sin más, a pasar por encima de otras. Mucho menos cuando estamos ante temas tan sagrados para muchos y que nos tocan en nuestras fibras más íntimas. Esta ansiedad que todos sentimos hoy, y que mueve tan fuerte y tanto a millones de argentinos, no es casual. Estamos tocando las convicciones más básicas de los argentinos y no podemos pisar las opiniones de los demás. Temo que es esto lo que está pasando, y yo como diputado de la Nación, no lo voy a aceptar.
Ya hace poco, en pos de encontrar los puntos de acuerdo para el consenso, había comenzado a pensar en cómo lograr una solución para la discusión del proyecto; pero claro, no encontramos eco ni en los que defienden las dos vidas, ni en los que pretenden la legalización: Parece que la consulta popular asusta. Analizado el proyecto y llegado a la convicción personal de que era lo mejor que podíamos hacer en esta instancia; estaba y estoy dispuesto a aceptar que haya debate. Pero un debate del que participemos todos y cada uno de los ciudadanos argentinos; porque la manera correcta de debatir y discutir este tema es sabiendo que piensan todos los argentinos, y no solo lo que personalmente y por su conciencia emitiremos el voto. Y en este sentido, es posible anteponer por encima de las verdades de los demás, la mía en este tema.
Pero ¿saben qué?, no solo no podemos cerrarnos así en algo tan importante, sino que es necesario cumplir las promesas que se proponen en la campaña.
Esto, que lamentablemente parece menor, nos pasa todos los días en la política.
Para mí no es menor.
Uno de los primeros proyectos que presenté en este Congreso es el de la penalización del incumplimiento de las promesas de campaña, y no puede pasar por alto. Y no por ventajear.
Esto es algo que debe ocurrir, les prometí a las personas algo, y lo voy a cumplir. Este es el otro motivo que me lleva a rechazar este proyecto.
Es una decisión que me pesa mucho, me ha generado un enorme conflicto interno. Tal vez me ha llevado a cometer desaciertos hasta poder encontrar la respuesta que considero más justa para los Mendocinos.
Sea lo que se resuelva hoy en este recinto, espero que los argentinos encontremos en el otro un par, y no un enemigo, porque si no buscamos comprendernos y dialogar, nunca podremos avanzar como país.
Por estos motivos, mi voto será por la negativa del proyecto.