A través del Sistema Gestión Educativa Mendoza (GEM), la Dirección General de Escuelas (DGE) realizó una comparación de la inasistencia promedio, en el Nivel Inicial y Primario, del primer día lectivo de agosto de 2019, 2021 y 2022, exceptuando el ciclo lectivo 2020 por contexto de pandemia.
Según las estadísticas, en 2022 se registró mayor cantidad de estudiantes que no asistieron a clases a inicios de agosto, teniendo en cuenta que da comienzo simbólicamente la segunda parte del año. Esta situación se enmarca en una tendencia regional de mayor inasistencia en todos los niveles educativos. Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en América Latina y el Caribe la tasa de asistencia escolar de estudiantes de entre 6 y 23 años disminuyó 1,7 puntos porcentuales.
El ausentismo escolar es una problemática sobre la cual la Dirección General de Escuelas viene trabajando, a partir del aprovechamiento del GEM como fuente de evidencia del sistema. La preocupación sobre este tema se ve reflejada en el trabajo en conjunto que se viene realizando con organismos y especialistas internacionales.
Durante junio de este año, supervisores de todos los niveles presenciaron la exposición del especialista en educación Alejandro Ganimián, quien fue más allá del análisis de datos y mencionó las consecuencias de esta situación: “Hemos observado por el sistema GEM que los estudiantes que más faltan son más propensos a sacarse bajas notas. La nominalidad nos permite ver el efecto del ausentismo e individualizar los estudiantes y analizar su contexto”.
Tenemos la evidencia, debemos actuar
Este escenario pospandemia debe ser cambiado entre todos, ya que la situación de los últimos dos años modificó indudablemente la percepción que las familias tienen de la escuela.
En el momento en que más se necesitaba de la institución escolar, se observó a quienes pudieron acompañar el proceso de aprendizaje de sus hijos e hijas. Pero también a muchas familias, que vieron que su situación económica y social empeoraba y, como resultado de ello, la asistencia y vinculación con la escuela pasó a tener un valor distinto, lo que impactó de modo negativo en los aprendizajes.
Un informe del Banco Mundial indica que, como resultado de la peor crisis de la educación y el aprendizaje de la que se tenga registro en la historia, la pobreza de aprendizajes se incrementó un tercio en los países de ingreso bajo y mediano, donde se estima que 70 % de los niños de 10 años no pueden comprender un texto simple.
La escolaridad irregular ha afectado seriamente el aprendizaje de los estudiantes. Por lo tanto, tenemos que tener un mensaje unánime y responsable. La familia, la escuela y las instituciones de la comunidad deben tener la clara convicción respecto de qué importancia tiene cada momento dentro de la escuela.
Es por eso que la Dirección General de Escuelas, en conjunto con cada institución escolar, han creado y están promoviendo dispositivos de seguimiento y acompañamiento para favorecer la recuperación de los saberes, fuertemente dañada en la época de pandemia. Este esfuerzo en conjunto lo han llevado a cabo particularmente los docentes del aula, quienes han trabajado sobre la metodología pedagógica, con el objeto de comprender las situaciones particulares y ofrecer a las distintas realidades del aula propuestas que permitieran sobrellevar el momento de pandemia y en particular esta situación de pospandemia.
Promover el derecho a la educación es una responsabilidad en conjunto
Como lo indica la organización Argentinos por la Educación, los estudios internacionales señalan que la ausencia de presencialidad en las escuelas tiene como consecuencia el incremento de la desigualdad social, la pérdida de aprendizajes y graves consecuencias en la salud emocional y física de los estudiantes. Hoy, las familias deben colaborar con la convicción clara de que es la escuela el lugar de aprendizaje, que el tiempo escolar que se desarrolla en las aulas es absolutamente imprescindible. Hoy, escuelas y estudiantes necesitan cada momento para recuperar el tiempo que se perdió.
La manera de revertir esta situación es tomando conciencia, en conjunto, de la necesidad de que el estudiante esté en el aula y es momento de diálogo entre la escuela y la familia enfocado en una asistencia plena. El tiempo que no se aproveche con este fin no solo estará afectando el derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes que no están asistiendo todos los días a la escuela, sino que será tiempo perdido y redundará en mayores dificultades para que los estudiantes desarrollen un proyecto de vida significativo. Desde el gobierno escolar sostenemos que una mejor educación hoy serán más y mayores opciones en el futuro de sus hijos e hijas.
También se puede observar reducción de horas que los estudiantes dedican al estudio. El número de horas que el estudiantado dedicó a actividades escolares durante 2020 sufrió una reducción considerable, que puede tener efectos sobre el éxito educativo.
Existe información sobre el número de horas dedicadas al estudio en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Colombia. En todos los casos, se encuentran reducciones durante la pandemia. Además de las pérdidas de aprendizaje debido a la reducción de horas dedicas a estudiar, hay evidencia de consecuencias negativas sobre la probabilidad de que los estudiantes logren completar con éxito su trayectoria escolar
Hay que tener en cuenta que el abandono escolar es el resultado de un proceso en el que intervienen múltiples factores: del individuo, de su familia, de la escuela a la que asiste y del contexto más general. Durante este proceso de exclusión, que culmina en la desvinculación de un estudiante de la escuela, la persona tiene una escolarización lábil y precaria que la ubica en una situación de exclusión Unicef y Unesco.