En una nota publicada por diario Clarín, Alfredo Cornejo aseguró que “el modelo kirchnerista de gestión no es, como muchos creen el de Venezuela, su norte es la Formosa de Gildo Insfrán”.
A tal respecto, el exgobernador de Mendoza puntualizó: “Lo intentaron en Santa Cruz y la fundieron, la convirtieron en una provincia quebrada financieramente y acallada mediáticamente, donde hasta los choferes del poder se convirtieron en dueños de los medios de comunicación”.
Para el hoy diputado nacional, “ahora aspiran a llevar al país al feudalismo formoseño, se miran en ese espejo, nos mienten con datos y halagos hacia un gobernador que hace 25 años tiene la suma del poder absoluto”.
Cornejo sostiene en tal sentido: “Los inhumanos centros de aislamiento, similares a centros clandestinos de detención, que se han conocido en estos días son la gota que rebalsa el vaso. Pero una mirada más atenta muestra que en la provincia el problema es mucho más profundo”.
Y avanza en su misiva:
En Formosa el gobernador tiene reelección indefinida. Insfran gobierna desde 1995 y, como no podía ser de otra forma, modificó las reglas electorales para perpetuarse en el cargo. El Poder Judicial – salvo algunos jueces valientes – está a las órdenes del Ejecutivo. La gran mayoría de los medios de comunicación son escribas del poder. De esta forma logró que en Formosa la justicia este maniatada y la libertad de expresión perseguida.
Al gobierno de Insfrán no le importa generar condiciones para que sea atractivo la inversión. No lo necesita porque de cada 100 pesos que gasta, recibe 95 del gobierno nacional. Y como no le cuesta, tampoco le importa malgastarlos: el 61% del empleo formal es empleo público. Que haya poco trabajo privado en Formosa no es un problema, es una meta: el gobierno de Insfrán tiene la dependencia estatal como objetivo.
Ahora bien, para que exista una Formosa, tiene que existir una Córdoba, una Mendoza, una Ciudad de Buenos Aires. El caso de Mendoza es paradigmático, entre otras cosas porque el kirchnerismo decidió discriminarla en el reparto de recursos y, muy recientemente, se la discriminó de la gira a Chile.
Siendo un lugar desértico, en Mendoza hay mucho más empleo privado y un estado más chico. Hay libertad de expresión, existe alternancia y el Poder Judicial controla. Mendoza necesita institucionalidad para crecer y por eso la busca y la cuida. Insfrán rechaza la institucionalidad porque no quiere el desarrollo: quiere la subordinación y que todos coman de su mano.
El presidente Fernández toma públicamente al gobernador formoseño como modelo. Nos dice, claramente, que Formosa es el espejo en el que quiere que Argentina se refleje. Una Argentina pauperizada, dependiente del estado, dócil, que combate a quienes buscan crearriqueza. Una Argentina en la que el poder judicial obedece, en la que el periodismo justifica, y en la que se penaliza cualquier esfuerzo del sector privado.
Formosa tiene todo ser una provincia pujante, con una industria agrícola fuerte, con comercio internacional. Pero necesita generar las condiciones para su crecimiento. Tiene recursos humanos extraordinarios, porque los ciudadanos de la provincia no son los responsables de los abusos del poder de Insfrán, son víctimas de ellos.
Necesitamos un acuerdo con sectores razonables del oficialismo para enderezar el país. El modelo Formosa no puede ser el destino de Argentina, ni para los formoseños, ni el de nuestros hijos.
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