Tras un martes en el que Alberto Fernández elevó el tono de voz e hizo saber que no lo harán “caer por el error” que cometió, trascendió una nueva encuesta que midió el impacto del “Olivos Gate” entre los votantes del Frente de Todos.
El trabajo de investigación no debería pasar desapercibido para el Gobierno, ya que si bien los resultados arrojaron que el tema está cruzado claramente por la grieta, el polémico festejo de cumpleaños de la primera dama en Olivos, generó un fuerte desencanto.
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El estudio que evaluó este escenario es de Synopsis, una consultora creada en 2015 y ya insertada en el mundo de la política. Todos los meses da a conocer un monitoreo a sus clientes privados, con datos de seguimiento general y agregados de coyuntura particular como éste. Entre el 13 y el 15 de agosto, a menos de un mes de las PASO 2021, hizo un relevamiento de 1.623 casos.
Clarín publicó el fin de semana un primer sondeo en el AMBA de Management & Fit (que mide, entre otros, para los gobiernos de la Ciudad, Córdoba y Santa Fe), en el que el 60% de los consultados pedía sanciones para el presidente y uno de cada cinco dijo que dejaría de votar al oficialismo.
El análisis de Synopsis, como suele ocurrir con este tipo de polémicas, arranca con una evaluación general del impacto. Preguntó: “¿Vio la foto de Alberto Fernández festejando el cumpleaños de Fabiola Yáñez con varios invitados en plena cuarentena?”. Para desgracia del jefe de Estado y su entorno, el 93,9% respondió que “sí”; casi sin matices en los resultados por género, edad ni zona geográfica. Lo vieron todos.
El tema se pone más espeso aun cuando se consulta por el sentimiento que provocó la imagen. Con 18 variantes de respuestas, el 84,5% resultaron negativas y sólo un 15,5%, neutras. Lideraron: “Bronca” (16,4%), “Indignación” (14,6%) y “Asco” (10,7%).
Cuando los datos se discriminan según el voto 2019, se ve a pleno el filtro de la grieta: entre los electores del Frente de Todos, los dos primeros “sentimientos” que les generó la foto fueron “Nada” (26,8%) y “Ninguno” (9,2%). De todos modos, en el balance general de este sector, el 50,4% de las respuestas fueron negativas contra 49,6%, neutras.
Luego, la encuesta planteó: “¿Y cómo calificaría usted este hecho?”. Además del clásico “no sabe / no contesta”, había tres opciones para contestar: “Un error”, “Un error y un delito” y “Un error, un delito y una inmoralidad”. En el total, el 71,7% eligió esta última variante, la más dura. Completaron: 20,3% “Un error”, 3,1% “Un error y un delito” y 4,9% “Ns/nc”.
Enseguida, quizás en la parte más interesante del sondeo, ahonda sobre los votantes del FdT. Y los divide en dos. El “núcleo duro” (los que volvería a elegir al oficialismo este año) y los mencionados “desencantados” (los que no repetirían aquel apoyo).
En el primer caso, si bien un 69,5% consideró el festejo sólo un “error”, en línea con el discurso del Presidente, para un 5,3% representó “Un error y un delito” y para el 11,5%, “Un error, un delito y una inmoralidad”.
El cuestionamiento, previsiblemente, creció entre los “desencantados”. A un punto que parecería de no retorno, pensando en la próxima elección: casi el 93% eligió la opción más dura.
Análisis de especialista
A pedido de Clarín, Lucas Romero, el politólogo que dirige Synopsis, analizó los resultados de la encuesta:
– “Habíamos hecho una investigación similar en el caso del Vacunatorio VIP y los resultados fueron bastante parecidos. Las palabras de reacción mencionadas son las mismas, sentimientos comunes de bronca, rechazo, indignación”.
– “Pero a diferencia de aquel escándalo, donde veíamos un respuesta más transversal, acá el contexto electoral pareciera que ha puesto a los votantes del Frente de Todos más a la defensiva. Entonces, cuando te vas a la nube de palabras de ese grupo, hay una metabolización del escándalo distinta: nada, indiferencia, minimizarlo”.
-“Pero en la última placa, en la del impacto entre los propios, este escándalo pareciera que obtura la posibilidad de recuperar votantes desencantados o indecisos. Ahí es donde produce el daño”.
-“Aunque más allá de lo electoral, el impacto es político, porque dispara una crisis en la autoridad del Presidente. En un eventual escenario de derrota, le resultará difícil sostener su liderazgo dentro de la coalición”.