Muchos no lo recuerdan, o directamente no lo saben, pero Néstor y Cristina Kirchner siempre repudiaron al peronismo y, por el contrario, reivindicaron la izquierda violenta.
No porque hayan sido parte de esa “gesta”, sino por una cuestión de “culpa”. Porque muchos de sus amigos de los 70 fueron secuestrados y torturados —y eventualmente desaparecidos— mientras ellos amasaban su propia fortuna, sobre la base de la poco “progresista” Circular 1050, pergeñada por José Martínez de Hoz durante la última dictadura militar.
Me lo dijo en su momento Eduardo Arnold, quien supo acompañar a Néstor en su mandatao como gobernador de Santa Cruz. Él era su “segundo”.
Apenas se cometió el golpe de Estado, el 24 de marzo de 1976, los Kirchner empezaron a armar sus valijas y escaparon a esa provincia, donde terminarían “abrazados” a la “causa militar”, tal cual puede verse en la siguiente foto.
Cristina ni siquiera logró terminar su carrera de abogada en la Universidad de La Plata, aunque hoy diga lo contrario.
Como sea, ambos llegaron a firmar una solicitada asegurando que en esos días había pleno “Estado de derecho”.
Ahí empezaron a amasar su asombrosa fortuna, adquiriendo sus primeras 24 propiedades, sobre la base de la usura y la ya referida Circular 1050. Quien supo revelarlo entonces fue Rafael Flores, histórico militante peronista.
Luego, en 1987, Néstor logró su primer cargo Ejecutivo: intendente de Río Gallegos. Al culminar ese mandato, en 1991, llegó a ser gobernador de Santa Cruz, reelecto en dos oportunidades, hasta 2003.
Su mandato siempre fue crítico del peronismo, salvo cuando dijo que Carlos Menem había sido “el mejor presidente de la historia”. Entonces, los hechos de corrupción se sucedieron sin solución de continuidad. Sus “cajeros” incluso eran los mismos que lo acompañarían durante su presidencia: los “De Vido”, los “Jaime” y demás impresentables, hoy procesados y/o condenados.
Su progresismo no era moderado, sino directamente nulo. Tal es así que jamás recibió a Hebe de Bonafini en las 3 oportunidades que esta visitó Santa Cruz, las últimas dos en 1992 y 1993. Lo confirmó Miguel del Pla, referente del Partido Obrero en esa provincia.
El 25 de mayo de 2003 asumió como presidente de la Nación, un día que no fue elegido al azar: justo 30 años antes, en 1973, el entonces presidente Héctor Cámpora había liberado cientos de presos de la cárcel de Devoto. Eran miembros de Montoneros, ERP y otras organizaciones terroristas.
Por eso, al dirigirse a la ciudadanía, Néstor dijo una frase que, aunque muchos no entendieron entonces, tuvo un significado elocuente: “Volvimos”.
Quien ofició el “milagro” de la salida de los presos en 1973 fue Esteban Righi, entonces ministro de Interior y luego, en 2004, nombrado por Néstor en el ostentoso cargo de procurador General de la Nación.
En esos días, ni él ni su esposa Cristina utilizaban los símbolos del Partido Justicialista. Todo lo contrario: ambos solían denostar a Perón y todo lo que rodeara su figura. Debieron pasar muchos años antes de que ambos abrazaran la causa peronista, más por necesidad (de votos) que por convicción.
Ello explica que se presentaran con su propia agrupación, el Frente para la Victoria. Y que, a la hora de crear una agrupación, esta se llamara “La Cámpora”. Nada de “Evita”, ni “Juan Domingo”, ni nada. La referencia obligada para ellos siempre ha sido “el Tío”.
Lo antedicho permite entender lo que ocurre en estas horas: el desesperado intento de liberar a puntuales “presos políticos”, que en realidad están recluidos por hechos de corrupción.
Es el regreso de aquella vieja “gesta” de los tiempos de Cámpora, que terminó enfrentándolo con Perón, quien lo había puesto en el cargo de presidente de la Nación.
Lo que vino después es harto conocido: el avance del terrorismo de izquierda, que permitió a los militares justificar la masacre que llevarían a cabo posteriormente, en el marco de una de las páginas más negras de la historia argentina.
Sería bueno que ahora mismo alguien se los recuerde a Alberto y Cristina.