Este miércoles se conocieron declaraciones de psiquiatras y psicólogos que integran el Servicio Penitenciario, como así también miembros del Cuerpo Médico Forense, quienes dieron su explicación sobre el diagnóstico de Nicolás Gil Pereg (40).
El israelí, está siendo juzgado por los homicidios de su madre; Lily Pereg (54), y de su tía; Pyrhia Saroussy (63).
De acuerdo a lo informado por los especialistas, se trata de una persona rara, bastante “extravagante”, pero sus rasgos no coinciden con los de un enfermo psiquiátrico, pese a que desde mayo, se encuentra alojado en un pabellón del hospital El Sauce.
Los profesionales remarcaron que “diferencia el bien del mal”, lo que deja a las claras que Pereg no es inimputable.
Esta mañana brindó su testimonio Dardo Dalla Torre, psiquiatra del Servicio Penitenciario de Mendoza, que siguió de cerca los pasos del israelí, desde que fue detenido en San Felipe. Después, fue el turno de la psiquiatra Ana Interlandi, que también tuvo contacto con el sujeto; y más adelante habló la psicóloga Gema Lara, que lo entrevistó en reiteradas oportunidades antes de dar un diagnóstico más exhaustivo.
Los profesionales se pronunciaron en términos similares, e indicaron que se trata de una persona con un “trastorno esquizotípico con probable origen psicótico”, relacionado a ciertas características de su personalidad.
Dalla Torre señaló que, en enero de 2019, luego de que fuera detenido e ingrese a la cárcel, evidenció “mutismo, no hablaba, no comía, estaba a la defensiva”, aunque lo catalogó como una persona extravagante y que “tiempo después empezó con los maullidos”.
“No lo consideraría una paciente peligroso, pero hay indicadores de riesgo. Se comporta con conocimiento de lo que hace, pero presenta un trastorno esquizotípico: es una forma de ser, una personalidad. Es extravagante, con dificultad para comunicarse, no encaja en el contexto”, reveló el galeno.
Debido a cuadros de ansiedad y depresión, fue medicado con ansiolíticos, antipsicóticos y también antidepresivos, ni bien puso un pie en el penal. Revelaron que hubo momentos en los que no quería alimentarse.
Su estadía en la cárcel no fue para nada sencilla, ya que por momentos se manifestaba a los gritos, presentaba falta de higiene y andaba desnudo, lo que no fue bien recibido por sus compañeros de pabellón.
La psiquiatra Interlandi, confió que están ante una persona “sana, aunque no tiene comportamientos normales, pero no tiene patologías. Es raro, extravagante; tiene un modo de ser diferente”.
La profesional Gema Lara, expresó que nunca se expresó como un gato, ni tampoco caminaba en cuatro patadas. Tampoco detectaron rasgos compatibles con los de ese animal.