La crisis económica que azota los bolsillos argentinos ha dejado su marca en uno de los pilares de la dieta nacional: la carne vacuna.
Según los últimos datos revelados por la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra), el consumo de carne vacuna experimentó una significativa caída del 9,3% en febrero pasado, y las perspectivas indican que este declive podría profundizarse aún más.
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En febrero de 2023, el consumo promedio por habitante se situaba en 49,2 kilogramos, una cifra que ha disminuido drásticamente hasta los 44,6 kilogramos en el mismo mes de 2024.
Esta tendencia descendente ha sido constante, evidenciando una contracción del 8,2% interanual en el primer bimestre de 2024, equivalente a aproximadamente 349.100 toneladas res con hueso.
A pesar de los esfuerzos por contener la inflación, el mercado interno no ha respondido con un repunte en el consumo de carne vacuna. Las carnicerías, en un intento por mitigar el impacto de los crecientes costos, inicialmente ajustaron sus precios para adaptarse a la escalada inflacionaria de los primeros meses del año.
Sin embargo, esta estrategia no resultó efectiva, ya que los consumidores rechazaron los incrementos y optaron por reducir su consumo.