En la semana en la que festejamos un símbolo de unidad nacional la agenda nos terminó desviando hacia sucesos lamentables. La violencia en Jujuy, en torno a la sanción de una nueva Constitución, que fue avalada en las urnas, y apoyada por representantes de más de un partido político, no es más que el indicio de la compleja realidad política que se avecina.
Comienza a ejecutarse la “profecía de Juan Grabaois” y se sucedieron los actos violentos. Para dotar de autenticidad a ese cúmulo de amenazas venían vociferando frases tales como “si JxC es gobierno va a correr sangre en las calles”, “la vamos a pelear y en un año y medio se van en helicóptero”.
Parece que el kirchnerismo está dispuesto a cumplir con sus amenazas de fomentar el conflicto social en caso de resultar perdedores. Esta actitud plantea una seria preocupación para el futuro del país. Es especialmente alarmante que los representantes del oficialismo nacional sigan anticipando conflictos en el escenario preelectoral inmediato, a días de que cierren las listas de precandidatos nacionales.
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Los máximos responsables del estado nacional, mandantes del poder popular, responsables del orden social y público, haciendo caso omiso a dicho mandato, salieron a alentar la violencia y menospreciar su impacto institucional, que no distingue, ni distinguirá entre facciones o partidos si la violencia sigue fomentándose como botín electoral político sin medir las terribles consecuencias que cruzada la línea esto trae para la sociedad toda.
Ni hablar de dedicarse a brindar soluciones, ni al caos social, ni a aquellos que vienen afectando a todo el país, como la pobreza y la inflación por encima del 100%.
El pueblo de Jujuy votó por la paz, el orden y el desarrollo. Los jujeños revalidaron hace un mes la actual gestión, pero también eligieron a los convencionales que debatirían una nueva constitución de la que ya estaban en conocimiento.
Cortar rutas y tomar como rehenes a los ciudadanos es un delito no una forma de manifestación pacífica y eso es lo que la mayoría pidió en esa provincia cuando se llevaron adelante las elecciones. En Mendoza fuimos pioneros en este tema al trabajar en una legislación que llegó para ordenar la protesta social.
La construcción de una sociedad democrática se basa en el respeto a las instituciones, el diálogo y el entendimiento mutuo. La violencia y la confrontación solo llevan a la desestabilización y al deterioro de la convivencia pacífica. No podemos permitir que las amenazas y la radicalización política se impongan sobre los valores que tanto anhelamos como sociedad.