La Ciudad de Mendoza es pura anarquía. Como si nadie gobernara ni nadie se preocupara —y ocupara— del deterioro que sufre a diario la capital provincial.
Autos que estacionan en doble y triple fila, clavando la baliza, como si con ese mero gesto evitaran violar la ley.
Otros tantos vehículos que reposan sobre veredas, como si sus dueños fueran propietarios de esas mismas veredas. Como si estas fueran una extensión de sus domicilios.
Sin mencionar a los que no respetan los cordones amarillos o celestes. Estos últimos destinados a personas con discapacidad. No hay hijaputez más grande.
Camiones que descargan mercadería fuera de la hora que les está permitido. En todo momento. Y cuando se les dice que ello está mal, insultan y maldicen al que se los señala.
Motociclistas y ciclistas —muchos pertenecientes a plataformas del tipo de Pedidos Ya— que no respetan una sola señal de tránsito. Los semáforos para ellos directamente son decorativos.
Ello en una ciudad plagada de insoportables pozos y rugosidades en el pavimento. Pero que exigirá una revisión técnica obligatoria en el corto/mediano plazo. No hay remate.
Como frutilla del postre, los preventores hacen poco y nada ante la anarquía descripta. Uno lo ha visto en primera persona, más de una vez.
La última hace menos de una semana. A la salida de un ostentoso colegio de la Cuarta Sección, donde había doble y triple fila de automovilistas parados, que no dejaban circular a nadie, y dos preventores que miraban la situación como si no les pagaran justamente para evitar ese tipo de situaciones.
Dicho sea de paso, ¿cómo se pretende que los ciudadanos cumplan las normas si nadie se las obliga a cumplir? Es como si las reglas no existieran directamente.
Entonces, ante tal panorama, ¿con qué ganas uno abona sus impuestos, que cada vez son más abultados y jamás se ven reflejados en nada de lo que observa a su alrededor?
Por caso, ¿no sería conveniente que no existiera más la figura del preventor, que no evita nada nunca?
Uno no intenta ser explosivo ni escandaloso, pero sí intentar evitar que la situación escale. Porque llegará un momento en el que no se podrá controlar más. Y todo se desmadrará. Y la anarquía será ley en Mendoza. Con todo lo que ello implica.
Ya en la actualidad hay quienes no respetan el mandato de las autoridades de seguridad, sean estas preventores o policías. Y, cuanto más avance el descontrol, esa falta de respeto crecerá a la par.
Aún se está a tiempo de revertir la situación. Depende del Ejecutivo municipal. Depende de un nombre y apellido: Ulpiano Suarez.