La Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, Miriam Lewin; el Secretario de Malvinas, Antártica y Atlántico Sur, Guillermo Carmona, y el Ministro de Cultura, Tristan Bauer, presentaron a 40 años de la guerra un llamativo cuadernillo que ofrece “recomendaciones” oficiales para el “tratamiento periodístico adecuado” de la disputa de soberanía con el Reino Unido sobre Malvinas e Islas del Atlántico Sur.
Se trata de un cuadernillo que fue confeccionado con aportes del Estado para tener una producción en el marco de los 40 años de la Guerra de Malvinas que se cumplirán el próximo 2 de abril.
El documento refleja una suerte de panfleto nacionalista que pretende explicar a los periodistas cómo deben cubrir y tratar la cuestión Malvinas.
Por ejemplo, el manual indica que además de no llamar más “kelpers” a los isleños porque los menosprecia al ser un adjetivo utilizado “por los ingleses” -los isleños no se autoperciben necesariamente así-, de ahora en más hay que escribir o referirse en los medios audiovisuales a las autoridades actuales de las islas como “gobernantes ilegítimos” o “ilegítimas” de las islas, “autoridades pretendidas” y hablar en los mismos términos de la Asamblea Legislativa isleña o de la Gobernación británica.
Si bien en la mayoría de los pasajes de sus diez recomendaciones coinciden con lo que el derecho internacional le reconoce a la Argentina en su histórico reclamo de soberanía de las Malvinas, las Sandwich del Sur y las Georgias del Sur al Reino Unido. Pero este texto -de 12 páginas en total-, inhibe el pensamiento alternativo o diferente sobre el conflicto.
El cuadernillo Malvinas, soberanía y memoria, que también auspicia el Museo Malvinas, cuyo director es el inseparable de Bauer y ex combatiente Edgardo Esteban, tiene diez puntos tomados de los argumentos diplomáticos argentinos en el reclamo.
El documento también destaca los aspectos presuntamente positivos del gobierno de Cristina Kirchner con la cuestión Malvinas. Por ejemplo, subraya que en 2012 , bajo su gobierno- se empezó con el reclamo por el ADN a los restos de argentinos no identificados en las Malvinas. El dato es real, pero trajo serios problemas por la forma en la que se pidió inicialmente y recién se destrabó en 2016 durante el gobierno de Mauricio Macri.
Cuando se refiere al nuevo límite bicontinental de la Argentina a través de la incorporación de los nuevos límites de la plataforma continental argentina, no aclara que existen conflictos también con Chile. Una divergencia que va a tener que discutirse con el flamante gobierno Gabriel Boric.
Lewin ya tuvo problemas anteriormente por la creación del Observatorio Nodio, por el que la oposición la acusó de querer controlar los contenidos de medios de comunicación y redes sociales.
Ahora, el polémico cuadernillo, “exige la incorporación de una perspectiva que contemple la legítima soberanía de Argentina sobre estos territorios”. Cabe preguntarse, más allá de las razones históricas argentinas, por qué un periodista no podría opinar diferente sin ser considerado pro británico o antipatria.
El cuadernillo en sí mismo, pide leer las Malvinas en términos de “usurpación”. Hace entonces una historia en cinco párrafos de la ocupación española, de la prolongación de los derechos futuros a la Argentina, y a la posterior ocupación británica de 1833 que desalojó a las autoridades de Buenos Aires.
Efectivamente, la Argentina cuenta con un respaldo regional y en algún sentido global a su reclamo al Reino Unido. El cuadernillo lo enfatiza pero ningún gobierno, salvo eventualmente los que acentúan los rasgos ideológicos, apoyan a la Argentina hoy acusando a Gran Bretaña de usurpadora o colonialista. Apoyan el reclamo, pero evitan la retórica que pide el cuadernillo.
Otro aspecto del documento oficial, de acuerdo a lo publicado por Clarín, es que remarca que los habitantes de Malvinas “no constituyen un pueblo soberano con derecho a la libre determinación”. Destacan que se trata de una “población implantada por la propia potencia colonial luego de que ocupó las islas por la fuerza y expulsó a las autoridades argentinas en 1833”.
El cuadernillo reclama cambiar al español toda la toponimia de las islas, sin importar si los que hablan en una nota son los protagonistas en su contexto histórico, cultural y político.
En ese tren, aunque fue un nombre autoimpuesto por la dictadura de Leopoldo Fortunato Galtieri, el cuaderno exige llamar a la capital como Puerto Argentino y no de otra manera, además de a Mount Pleasant como Monte Agradable y así sucesivamente.
El cuaderno se diferencia de los hechos diciendo que en aquel entonces el país estaba “gobernando por una dictadura militar, ilegal e ilegítima, que actuó de espaldas al pueblo argentino y apartándose del compromiso tradicional de la Argentina con el principio de arreglo pacífico de las controversias internacionales y, en particular con la búsqueda de una solución pacifica de la cuestión Malvinas”. Ello en parte es cierto, pero al mismo tiempo omite el apoyo popular que tuvo la incursión militar de las islas el 2 de abril de 1982. Un hecho que se vio en la manifestación de apoyo a Galtieri en Plaza de Mayo cuando los militares invadieron el archipiélago.
También llama la atención en el texto de las recomendaciones, el hecho de la fuerte omisión de los militares como veteranos, considerando que la guerra -dice- dejó “un trágico saldo con la pérdida de vidas de combatientes”. Es decir, sólo hace referencia a los soldados colimba.
En los créditos y lugares de referencia del cuadernillo para la consulta de periodistas están recomendados sólo las asociaciones y agrupaciones civiles y kirchneristas, como el emblemático CECIM.