Los reiterados cruces entre el presidente Javier Milei y la oposición presionan en demasía a Victoria Villarruel, a la que no le queda otra que intentar acordar con diferentes espacios para que Unión por la Patria (UxP), espacio en el que se destaca la mendocina Anabel Fernández Sagasti, no logre la famosa mayoría que le permita rechazar el famoso DNU en el Senado de la Nación.
A la vicepresidenta podría decirse que la tienen entre la espada y la pared, ya que al nuevo pedido de sesión especial, se le agrega el malestar del presidente hacia los sectores a los que aspira tener de aliado la mismísima Villarruel.
En el radicalismo son conscientes que la titular del Senado no tiene escapatoria, y deberá dar respuesta en breve al pedido para tratar la polémica iniciativa.
Para colmo, el senador radical y titular de la UCR, Martín Lousteau, le echó nafta al fuego y en declaraciones vertidas a Radio Mitre, expresó: “La idea de que tengo razón en todo y la democracia no sirve y trato de anularla y elegir un enemigo no es muy distinta a la lógica de Cristina”.
El mismo legislador fue el que impulsó una nota dirigida al libertario y titular de Diputados, Martín Menem, para que designe de una vez a los representantes de esa cámara que deben conformar la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo que debió haber analizado el DNU en cuestión.
Los radicales no son los únicos que apuntan contra el oficialismo. En horas donde se habla mucho sobre el coqueteo entre el PRO y La Libertad Avanza, el que sorprendió a todo es el jefe del bloque PRO, Luis Juez. “El DNU no pasa el Senado”, largó.
Villarruel sabe que está en una posición sumamente incómoda. Inclusive, el peronismo conducido por el formoseño José Mayans presionó con un nuevo pedido para el próximo jueves.
Este es el motivo por el que Villarruel arma con los famosos “dialoguistas” una estrategia que desactive la bomba de tiempo.
En la cabeza de la vicepresidenta hay varias idea, pero una de las que más ruido hizo es la de ir impulsando proyectos de ley los tramos del decreto que tengan amplio consenso. Esas propuestas se destacarían por tener un artículo que derogaría los artículos correspondientes del DNU que, de esa forma, irían quedando en la nada lentamente. A todo esto hay que sumarle el papel que juega la Justicia, que tomaría la decisión final en los pasajes más “espesos” de la normativa.
Hasta la semana pasada, a la libertaria le venía bien el respaldo de los ex socios de Juntos por el Cambio, que no quieren nada con que se los vincule a una jugada K.
Sin embargo, lo ocurrido con la Ley Ómnibus en Diputados complicó las cosas y colocó a Villarruel contra la espada y la pared. Ella bien sabe que el kirchnerismo, con 33 senadores, está solamente cuatro votos de posee mayoría absoluta para aprobar lo que quiera; y que Milei la está complicando enormemente con sus embestidas hacia los bloques dialoguistas.
El tiempo corre, y muchos comienzan a preguntarse cuánto tiempo más podrá aguantar una vicepresidenta que está a la deriva.