El 4,1% de inflación de abril no solo redujo aún más el margen del que dispone el ministro Martín Guzmán para cumplir con la meta del 29% con la que se elaboró el Presupuesto, sino que permite hacer proyecciones que ubicarían al 2021 como el año de mayor aumento de los precios minoristas de las tres últimas décadas.
Para alcanzar ese “logro” solamente se necesita que en lo que resta del año el promedio mensual de inflación supere el 3,41%, una meta que aparentemente no es difícil de cumplir, pero que la Argentina no pudo conseguir en lo que va de 2021.
Con ese porcentaje promedio, la inflación se ubicaría por encima del 53,8% de 2019, el último año de la Presidencia de Mauricio Macri y, por el momento, la mayor marca anual desde el 84% de 1991, debido a la incidencia de los primeros tres meses, previos a la entrada en vigencia de la ley de Convertibilidad.
La inflación anualizada del primer cuatrimestre es del 62,6%, un porcentaje no solo alejado de la pauta del 29% sino también de las proyecciones de economistas, consultores y bancos de inversión que forman parte del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) realizado por el Banco Central, que en su último informe marcó un promedio de 47,3%.
Si bien la contención del dólar y la mayor disciplina monetaria y fiscal de los últimos meses permitirían una desaceleración de la inflación en los próximos meses, existen otros factores que la impulsarían, como los ajustes en las tarifas de servicios públicos luego de dos años de congelamiento y nuevas subas en combustibles y prepagas en mayo.
En ese contexto, el margen del que dispone Guzmán para cumplir con la meta presupuestaria de un 29% de inflación para todo 2021 es cada vez más exiguo y con escasas probabilidades de ser alcanzado, al punto que en lo que resta del año el promedio mensual no podría pasar de 1,14%, un nivel que la Argentina no tiene desde hace 59 meses.
El 17,6% de inflación acumulada al primer cuatrimestre implicaría una tasa anual del 62,6% en caso de reiterarse en los dos cuatrimestres siguientes, lo que representaría la inflación más alta de los últimos treinta años, superior incluso al 53,8% de 2019.
De esa forma, la inflación más que duplicaría la meta fijada en septiembre de 2020, cuando se presentaron los denominados “supuestos macroeconómicos” en base a los cuales se diseñó la ley de Presupuesto vigente, pero también se ubicaría más de 15 puntos porcentuales por arriba del pronóstico del REM.
El 29% de inflación anual implica un promedio mensual del 2,2%, un objetivo que hasta el momento no pudo cumplirse en ninguno de los cuatro meses transcurridos, con índices del 4% en enero, 3,6% en febrero, 4,8% en marzo y 4,1% en abril.
Con esos guarismos, los márgenes de inflación necesaria para cumplir la meta fueron cada vez más reducidos: con los datos de enero, se requirió un promedio de 2,14% para los once meses restantes, en febrero hizo falta una meta que no superase el 1,81% y en marzo esa marca se redujo al 1,48%.
El 17,6% de inflación acumulada en el primer cuatrimestre deja un margen de 1,14%, un nivel que ni siquiera se pudo alcanzar en los niveles de menor actividad económica de la cuarentena, como el 1,5% de abril y mayo del año pasado.
En consecuencia, el nivel promedio de inflación que se registró en el primer cuatrimestre, del 4,14%, deberá reducirse a casi la cuarta parte.
Para encontrar un nivel de inflación menor en tiempos previos a la pandemia hay que remontarse a septiembre de 2016, con el 1,1%.
Pero esas proyecciones quedarían rápidamente desactualizadas si se cumple el pronóstico del REM de un 3,2% de inflación para mayo. Asimismo, debe recordarse que las previsiones para abril de los economistas consultados por el Banco Central habían sido del 3,8%, inferior a la que anunció el INDEC.