YEKATERINA TURYSHEVA
De 1941 a 1944, según el programa Lebensborn los nazis se llevaron a cientos de miles de niños de la Unión Soviética, de Serbia, de la República Checa y de Polonia, para convertirlos en ‘verdaderos arios’. Todavía se encuentran oficialmente en proceso de búsqueda, aunque hace tiempo que nadie se ocupa de ella.
En 1935, en la Alemania nazi empezó a funcionar el programa Lebensborn (‘fuente de vida’, en alemán). Su fundador y principal ideólogo fue Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS y uno de los colaboradores más cercanos de Hitler.
De acuerdo con los dictados de las SS, los padres de los niños que en el futuro debían gobernar el mundo tenían que ser descendientes de arios, es decir, rubios y de ojos azules. El niño nacido de tal unión debía tener esas características raciales, esa era la noción que la élite nazi tenía sobre el ideal de hombre del futuro.
El precursor del proyecto Lebensborn fue la organización ‘Madre e Hijo’, creada en 1934 y que daba la oportunidad a las madres solteras de dar a luz a los niños en centros de acogida, después de lo cual el Estado se hacía cargo del cuidado de ambos. ‘Madre e Hijo fue’ uno de los eslabones de la política demográfica oficial nazi destinada a reducir el número de abortos y un aumento del número de futuros soldados del Reich.
A los niños que no tenían aspecto ario les esperaba la muerte en la cámara de gas. Su número, según cálculos aproximados, comprendía alrededor del 80% por ciento de todos los niños evacuados.
Las mujeres más adecuadas para los ‘futuros gobernantes del mundo’, además de las alemanas eran procedentes de los países escandinavos. Entre ellas se daba preferencia a las noruegas, con el argumento de que los descendientes de los antiguos vikingos correspondían aproximadamente a la pura sangre aria y también podían proporcionar al Führer ciudadanos ejemplares.
Pero, como incluso los noruegos no conseguían ‘aumentar la raza aria’ al ritmo necesario, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se propuso ampliar el alcance del programa.
Se observó que, en los estados eslavos ocupados, había muchas rubias jóvenes, que podían ser llevadas a Alemania y ser educadas en el ‘espíritu ario’. Así empezaron a seleccionar a niños con un aspecto parecido al de la supuesta raza superior para llevarlos a los territorios ocupados. A sus padres a menudo los mataban, y los bebés los entregaban a los centros especiales de acogida alemanes.
Las primeras víctimas del programa Lebensborn entre los eslavos fueron los niños polacos, ya que Himmler y sus subordinados trataron de ‘germanizar’ Polonia y destruir por completo la identidad nacional polaca. Según datos de Varsovia, en los años de guerra fueron desplazados por la fuerza entre 150.000 y 200.000 niños polacos.
A los niños de “apariencia nórdica” de los países eslavos (Serbia, República Checa, Polonia y la URSS) los llevaron a un campo de concentración infantil en Lodz, Polonia, con capacidad para hasta 20.000 personas. A la labor se unieron los médicos y el personal experto que determinarían el ‘valor racial’ de cada niño: tenían que corresponder a la ‘raza superior’ por el color de los ojos y el cabello, la forma del cráneo, la estatura, y también disfrutar de una buena salud.
Los niños ‘aprobados’, con edades de entre dos meses a seis años, eran enviados a los refugios de distribución donde se les sometía a un programa de ‘germanización inicial’: falsificaron completamente sus documentos, que indicaban que eran ‘huérfanos cuyos padres habían muerto por Hitler y por la gran Alemania’, y les dieron nuevos nombres, alemanes evidentemente.
Luego les enseñaban la lengua, y si se les escapaba cualquier palabra en el idioma nativo los golpeaban sin piedad. De esta manera los niños desarrollaban un reflejo condicionado: solo debían hablar alemán, de esa manera no los golpearían. En este caso, eran bien cuidados, alimentados y vigilaban su salud constantemente al tiempo que les recalcaban: “Esto lo hacemos porque tú has sido elegido como representante de la raza aria”.
Por regla general, la ‘germanización’ llevaba unos tres o cuatro meses, después de lo cual entregaban al niño a una familia de acogida, y se mantenía en secreto el origen eslavo del acogido.
Y como en un principio el Lebensborn fue creado como una red de centros de acogida para los niños alemanes ilegítimos, los padres adoptivos estaban seguros de que adoptaban un bebé de ‘raza aria’. Los inspectores de las SS y los médicos del Lebensborn visitaban regularmente los hogares de acogida y las condiciones de control y la crianza de los niños en el ‘espíritu ario’.
Después de la victoria aliada en 1945, cientos de miles de niños eslavos quedaron en esa zona de Alemania, donde entraron las tropas estadounidenses.
Entonces, cayó en manos de los estadounidenses una pequeña parte del archivo Lebensborn. Más tarde, en 1947, investigadores del Ejército de EE UU llevaron a cabo interrogatorios a los niños traídos de los países eslavos por las SS, con el fin de averiguar si querían volver a casa o no.
Pero los niños más pequeños no recordaban el pasado, habían olvidado su lengua materna, se consideraban realmente alemanes y tenían miedo de separarse de sus padres adoptivos. Por su parte, los niños algo mayores eran literalmente zombis de la ‘germanización’: el Lebensborn les había inculcado para siempre la idea de que ser ario significaba la felicidad.
Como resultado, los aliados dieron por terminada rápidamente su investigación, y tan sólo el 2-3% de los niños ‘transformados’ regresó a su casa.
El director del Lebensborn, el jefe de regimiento de las SS, Max Zollman, fue llevado ante el tribunal de Nüremberg en 1947 y recibió una sentencia inferior a tres años de cárcel “por haber sido miembro de las SS”.
Zollman fue capaz de demostrar a la corte que el Lebensborn era una organización de caridad que no secuestró en absoluto a niños, y “los salvó de los horrores de la guerra.”
Hoy en Alemania, hay cientos de miles de niños descendientes de los niños eslavos evacuados en la guerra. Desconocen sus orígenes y es poco probable que lleguen a conocerlo.
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