En el marco de la insoportable e insostenible crisis política y económica, la administración provincial pareciera estar a la deriva.
Sin el control de los resortes de la macroeconomía, Rodolfo Suarez y compañía no pueden hacerle frente a viejos problemas que varios años atrás, complicaron y mucho a gestiones peronistas.
Las negociaciones inconclusas, las posteriores movilizaciones y los incesantes reclamos, reflejan la encrucijada en que está inmerso el Gobierno de Mendoza.
De más está decir que el descontento ganó la calle, y así se viene percibiendo desde hace tiempo. De hecho, el reciente paro estatal de dos días, mostró a las claras el malestar que comienza a preocupar en Casa de Gobierno.
Por más que a menudo en el gobierno se jacten de la transparencia, el orden institucional y la correcta administración, es evidente que esto no alcanza. Las arcas provinciales no dan para más y todos lo saben.
Y si bien muchos de estos dolores de cabeza a los que se enfrenta hoy Suarez provienen de la insoportable inflación que continúa erigiéndose a nivel nacional, las viejas palabras de Perón de que “mientras los salarios suben por la escalera los precios lo hacen en ascensor”, son una realidad que demanda grandes dosis de responsabilidad y de moderación.