Luego de la condena a Lázaro Báez, Roberto Jaime Erusalimsky sigue bajo sospecha.
Se trata de aquel empresario al que le compró Leonardo Fariña unos campos en Tupungato en 2010.
La transacción ascendió a los 1,8 millones de dólares, pero el valijero del kirchnerismo los había comprado dos años antes por 5 millones. De ahí provienen todas las sospechas.
Como sea, cuatro años más tarde, Erusalimsky se vio complicado en una causa por lavado de dinero: el juez Sebastián Casanello lo procesó y embargó en noviembre de 2014.
Sin embargo, el 25 de octubre de 2017 la Cámara Federal confirmó todos los procesamientos de la causa, excepto el dictado contra Erusalimsky, a quien sobreseyó.
Es curioso, porque el empresario aparece en una serie de escuchas comprometedoras, registradas cuando estaba de paso por Suiza.
Desde ese país recibió en 2014 un llamado del propio Fariña, pidiéndole “lavar” 90 millones de dólares que estaban depositados en Portugal y cuyo destino final era Colombia.
El propio Erusalimsky confirmó que existió la conversación de marras. Lo hizo en el juzgado de Manuel Blanco.
“Como surge de la escucha telefónica, me encontraba en Suiza invitado por la firma Audemars Piguet (relojes de lujo)”, dice la presentación. No obstante, como se dijo, fue “liberado” de culpa y cargo.
Lo curioso es que, dos meses después de que lo indagaron en esa causa judicial, en 2014, montó cinco firmas offshore en el Reino Unido: South Vista Advisory LTD, Stetson Financial & Development LTD, Heritage Financial Advisory LTD, Hublot Ventures Limited LTD, y RJ Europe Investment LTD.
¿A efectos de qué avanzó en la creación de esas empresas Erusalimsky? Es algo que la justicia hoy mismo no se está preguntando.
Si acaso a algún fiscal le interesa hurgar “de oficio” sobre esta cuestión, solo debe poner la lupa en la firma AC24, en la ostentosa Clínica de los Virreyes y en puntuales contratos del PAMI. No hay mayor secreto.