Luego de varios años de misterio, un estudio científico arrojó luz sobre el origen del “esqueleto mutante” que fue hallado en 2003 en el norte de Chile. El cadáver, de diminutas dimensiones, se encontraba envuelto en un lienzo en el interior de una cueva y desde entonces miles de especulaciones surgieron en torno a su origen.
Sin embargo, la gran mayoría de ellas apuntaban en una misma dirección: los restos confirmaban la existencia de extraterrestres.
Ahora bien, luego de varios estudios, un grupo de científicos pudo rastrear los orígenes de dicho ser de 15 centímetros de largo, 10 pares de costillas (dos menos que los humanos), cabeza ovalada y cavidades oculares estiradas.
La investigación sobre el hallazgo de Ata –tal como nombraron al esqueleto – se publicó en la revista científica Genome Research. Según las conclusiones, el cadáver perteneció a una niña que murió poco tiempo después de nacer.
En lo que refiere al aspecto, los científicos explicaron que la criatura presentaba 64 mutaciones en sus genes, lo que le daba un aspecto totalmente diferente al resto de los bebés.
“Lo sorprendente, que desde el principio nos hizo pensar que había algo extraño, fue la aparente madurez de los huesos. El cuerpo se veía mucho más maduro a pesar de que el espécimen fuera pequeño. Creemos que uno o varios de los genes mutados fueron los responsables de esto”, señaló Garry Nolan, profesor de microbiología de la Universidad de Stanford en California.
Además, Nolan precisó que la pequeña “estaba tan mal formada que le hubiera sido imposible alimentarse”. “En su estado, habría terminado en una unidad de cuidados intensivos”, detalló.
Nolan llegó hasta los restos de Ata al enterarse de la grabación de un documental sobre el mismo y se ofreció a analizar el esqueleto. Así fue como tomaron muestras y las llevaron al laboratorio, donde obtuvieron fragmentos del ADN de las células de la médula ósea con facilidad. “Supimos que era humano de inmediato”, dijo Atul Butte, biólogo computacional de la Universidad de California, en San Francisco.
Por su parte, Ralph Lachman, experto en enfermedades óseas hereditarias de la Universidad de Stanford estableció que los síntomas que presentaban los restos de Ata no coincidía con ninguna enfermedad conocida, por lo que se cree que pudo haber sufrido un trastorno de mutaciones nunca antes visto.