El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) informó esta semana que en octubre el costo de la Canasta Básica Total (CBT) para una familia tipo trepó hasta los 50 mil pesos.
La CBT se conoce además como la “línea de pobreza”. Se trata del conjunto de bienes y servicios básicos que una familia tipo necesita consumir para que no sea considerada pobre.
Respecto de la generación de ingresos, en el mercado de trabajo se presentan situaciones muy heterogéneas. En general, los riesgos sociales se incrementan en el momento que los miembros activos del hogar no tienen empleo o tienen un empleo informal.
Aunque también es relevante analizar la situación cuando las personas poseen empleo asalariado registrado. Una simple forma de abordar este tema es observando la mediana de los salarios formales.
Este indicador mide el nivel de salario en el cual el 50% de los trabajadores está por debajo y el otro 50% está por encima. Es decir, si se acomodan los salarios de menor a mayor, la mediana es la remuneración que está justo en el medio de la distribución de salarios.
En tal contexto, el Instituto de Desarrollo Social Argentino (IDESA) realizó un informe sobre la base de datos puntuales que se desprenden del Ministerio de Trabajo y el INDEC.
En el mismo se puede ver que en el año 2000 la mediana del salario privado registrado era de $ 43 mil, mientras que la línea de pobreza para una familia tipo era de $37 mil a precios actuales. Mientras que en agosto del 2020 la mediana del salario privado registrado es de $48 mil, mientras que la línea de pobreza para una familia tipo es $45 mil.
Ello quiere decir que mientras en el año 2000 la mediana del salario era un 15% superior a la línea de pobreza, en el año 2020 pasó a ser apenas 6% superior.
Estos datos muestran que en este siglo se registró un importante deterioro de la capacidad adquisitiva del salario en el sector formal. Según el mencionado paper, “el fenómeno tiene asociado una profunda degradación social ya que implica que, aun para los trabajadores que consiguen un empleo en una empresa formal, es elevada la probabilidad de que sus remuneraciones no sean suficientes para superar la línea de pobreza”.
Históricamente los hogares eran pobres porque sus miembros en edad activa no conseguían empleo solo conseguían un trabajo de baja calidad. “Sin ingresos laborales o con ingresos reducidos, es muy factible de que la familia no llegue a tener ingresos superiores a la línea de pobreza. Pero con el deterioro del poder adquisitivo de los salarios formales, lo que está sucediendo es que, aun con un empleo asalariado formal, los ingresos no alcanzan para salir de la pobreza. Las connotaciones de este fenómeno son graves. Deja de ser válida la afirmación de que la salida de los planes sociales son los empleos formales”, describió IDESA.
En ese sentido, el informe añade que “la caída general en el nivel de vida de la población y, en particular, la mayor incidencia de la pobreza, es la consecuencia de que cada vez se producen menos bienes y servicios por persona. El correlato es que a cada persona le cuesta más conseguir esos bienes y servicios. La manifestación más extrema de la baja productividad es la alta y creciente cantidad de hogares que no cuentan con ingresos para acceder a la canasta básica que define la línea de pobreza. Cuando la baja productividad es tan masiva, el asistencialismo puede dar paliativos, pero nunca soluciones”.
IDESA asegura que aumentar la productividad “es la única manera genuina de aumentar salarios reales y reducir la pobreza. Para lograr este objetivo es fundamental generar un contexto que incentive la inversión privada y un compromiso firme del sector público para priorizar la inversión en infraestructura y fundamentalmente en capital humano y educación de la gente. Esto requiere, como paso fundamental, una reforma integral y profunda del Estado”.