El abuso sexual suele ser una práctica de la que muchos niños son víctimas. De hecho, un estudio llevado a cabo por el Gobierno Nacional y Unicef, mostró que desde octubre de 2020 hasta septiembre de 2021, se registró un total de 3.219 niños que fueron víctimas de un abuso sexual.
Según la investigación, las niñas son las más afectadas. Además, el 74,2% de los niños fueron violentados por alguien de su entorno o de su confianza.
El agresor hace esto con el objetivo de satisfacer su deseo sexual. Pero también los abusos se realizan con fines sexuales ilegales como lo es la explotación de niños, prostitución o exhibición de materiales pornográficos.
La detección temprana de un abuso sexual infantil es muy importante ya que mientras más tiempo pasa, más daños y secuelas deja.
News Online dialogó con Marina González, que es Licenciada en Psicología (Mat 4119) y forma parte de “UTU espacio interdisciplinario para la crianza”. La especialista afirmó que un abuso sexual “deja secuelas psíquicas, emocionales, evolutivas, cognitivas”. Además, agregó que “no es necesario que haya penetración para que hablemos de abuso sexual. Puede ocurrir también sin violencia física”.
Para ser más claros, cuando no se manifiesta a través de lo físico, Marina confirmó que el abuso “puede ser a través de miradas, palabras, de ejercer tacto sobre la otra persona, de caricias, de besos de abrazos y de exposición del cuerpo adulto hacia un niño o niña”.
En este momento, el agresor manipula al niño y hace lo posible para que no hable. En algunos casos, los menores guardan silencio, pero pueden existir indicadores que den cuenta de un abuso sexual.
Con respecto a esto, la especialista confirmó que hay tres tipos de indicadores: físicos, psicológicos y cognitivos.
“Físicos van a ser los que vamos a ver directamente, que son lesión en los genitales. Sangrado, infecciones genitales a repetición o infecciones urinarias”.
Por otro lado, con respecto a lo psicológico “pueden haber alteraciones del sueño, llantos, miedo, hipersexualización del juego para la edad o hipersexualizacion del lenguaje”. Además, puede notarse “mucho miedo a la oscuridad en edades que no son esperables, masturbación compulsiva, lenguaje obsceno, consultas regresivas”.
El nivel cognitivo está relacionado con “dificultades en la atención, en la memoria, en la concentración”. También Marina confirmó que “pueden bajar el rendimiento escolar” y “puede que les de mucha vergüenza todo lo que tenga que ver con bañarse, vestirse, desvestirse”.
Todas estas características son generales. Si se sospecha de un abuso sexual lo más recomendable es visitar a un profesional de la salud mental para que confirme si se trata de esta práctica o de otra patología.
Con respecto al ámbito donde suelen ocurrir la mayoría de los abusos sexuales, tanto la especialista como el estudio mencionado anteriormente confirman que es la familia.
Al respecto, Marina expresó: “El ámbito en el que puede ocurrir este abuso sexual infantil se da principalmente dentro de la familia. Hay porcentajes muy altos que nos indican esto y dentro del consultorio también es lo que observamos. Por ejemplo, un abuelo, un tío, un primo, un amigo de papá o puede ser el mismo padre, un amigo del tío. Con cualquier persona cercana que esté el niño”.
“Si ese niño o niña está diciendo que no quiere ver a tal persona o que le da miedo, hay que escuchar mucho y estar muy atentos a estos indicadores que también nos pueden encender una señal de alarma. Yo siempre digo que hay que creer en la palabra de ese niño o niña”, sostuvo.
Y remarcó que es importante prestar atención si el niño nos dice “que le pasó algo”, o que “no quiere ir a la casa de tal persona porque tiene miedo”.
Todo esto se manifiesta en la niñez, pero también tiene su impacto en en la vida adulta. La especialista confesó que pueden ser varias las consecuencias que esto deja, pero eso depende de cada persona. Si destacó que, trabajando en terapia, al suceso del abuso sexual se lo puede resignificar y “hacer de ese recuerdo algo más saludable para nuestro cuerpo y nuestra mente”.