El Gobierno nacional, por medio del ministro de Turismo, Matías Lammens, busca que la Guía Michelin, la biblia de los gourmets del mundo entero, sume las propuestas del sector en Buenos Aires, Mendoza y Tierra del Fuego.
“A nivel de esta industria es la noticia más importante de la historia argentina“, explicaron desde el sector gastronómico a LPO.
“En este mundo la guía es el equivalente a traer la Fórmula 1, te impulsa muchísimo el turismo“, le confió la fuente al medio citado.
En el sector entienden que una edición de la guía puede ser de gran importancia para los visitantes de alto poder adquisitivo.
Por ahora solamente existen solamente 28 guías, algunas sobre países y otras sobre ciudades como la San Pablo- Río de Janeiro que fue publicada hace algunos años y es la única en reseñar metrópolis de América Latina.
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En el sector gastronómico desde hace algunos días circula el rumor de que alguien tomó una fotografía del inspector de Michelin, una proeza similar a la de obtener una instantánea del Monstruo del Lago Ness.
Los códigos de la publicación son muy estrictos: sus inspectores son completos desconocidos que pagan las cuentas en los restaurantes que reseñan y se hacen pasar por clientes comunes para evaluar la calidad de la comida, la atención recibida y el entorno. Incluso existe más de una evaluación a cada restaurante.
Eso los diferencia de otras publicaciones como los 50 best, que en los últimos años se vio envuelta en varias controversias. Es que mientras que los inspectores de Michelin son casi agentes secretos, los 50 best no tienen ninguna reglamentación en contra del lobby, aceptan comer gratis en restaurantes y no permiten que el ganador de una edición participe de otra.
La biblia roja también quedó envuelta en algunas polémicas en los últimos años. Maison Bocuse, el restaurante de Paul Bocuse en las afueras de Lyon perdió la tercera estrella Michelin en 2020, después del fallecimiento del chef, uno de los máximos referentes de la nouvelle couisine.
Ocurrió en medio de acusaciones sobre amaños en las listas y hay quienes aseguran que fue una forma de recuperar el aura de pulcritud que siempre rodeó a la guía. Casi 15 años antes, Alain Senderens, otra celebridad de la cocina gala, renunció a las tres estrellas que su restaurante exhibió durante tres décadas harto de cumplir con los mandamientos que le impedían hacer una gastronomía más simple.
Michelin comenzó a publicar sus guías en el año 1900 y se entregaban gratis a los conductores. La compañía se fundó en el año 1893 y en ese momento solo circulaban 3000 autos en Francia. Fue la forma que encontraron los hermanos Michelin para que los franceses salieran a las rutas y así poder incrementar la venta de neumáticos.
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De algún modo la guía sigue vinculada a los neumáticos: si se trata de un mercado automotriz importante, Michelin edita una guía. Caso contrario es necesario acordar un mínimo de ingreso de publicidad con la empresa.
Gustavo Santos intentó durante el gobierno de Mauricio Macri que hubiera una guía centrada en Córdoba, Mendoza y Buenos Aires, pero no lo logró. A pesar del interés de Horacio Rodríguez Larreta, Nación no obtuvo los fondos para contentar a los editores franceses. “Hubo un relevamiento y dijeron que el país tenía potencial, pero no se pudo avanzar”, dijeron desde el entorno de Macri.
Todo quedó en la nada y Lammens decidió empezar de cero, aunque desde el gobierno desmintieron que haya un acuerdo al caer. “No hay nada todavía, recién comenzamos las gestiones”, explicaron allegados al ministro de Turismo.
“Es una marca muy fuerte, van a querer asociarse bancos, bodegas y asociaciones“, sostuvo otro ex funcionario de la gestión macrista. Eso sí, el monto a recaudar para llegar a la edición argentina es tan secreto como la identidad de los inspectores de Michelin.