Rompieron todo. A la vista de todos. Con la impunidad que regalan las zonas liberadas.
Vecinos llamando a la policía sin suerte. Mientras que la Legislatura local ardía sin cesar.
Antes, había ocurrido lo propio con la Casa de Gobierno y el Poder Judicial mendocino.
“No tenemos nada que ver. Son infiltrados”, me dice una joven del movimiento “Ni una menos” en plena Peatonal mendocina, donde el asombro me quita toda posibilidad de análisis racional.
Es que, mientras hablo con ella, el “parlamento” se va cubriendo de fuego y más fuego. También algunas explosiones.
A la vuelta, un grupo de vándalos rompe ventanas a piedrazos, lo cual logro registrar con mi teléfono celular.
Así rompían todo los vándalos que atacaron la Legislatura de Mendoza. @DiarioMTN pic.twitter.com/Pzhp8apRWC
— Christian Sanz (@CeSanz1) December 19, 2020
La policía sigue sin aparecer. Eso sí, los preventores cortan las calles para que los violentos puedan hacer su trabajo de la manera más eficaz posible. Nadie entiende nada. Menos yo.
¿Qué está pasando acá? ¿Y el gobernador? ¿Algún funcionario acaso? Es penosa la imagen. Que persistirá en la retina de todos durante décadas.
El día que Mendoza no tuvo gobierno. Cuando todo fue pura anarquía. ¿Alguien explicará algo en algún momento? ¿O pasará lo que pasa siempre, que nadie es responsable por nada nunca?
Es triste la postal de este viernes, que opacó lo más importante: el reclamo por la muerte de Florencia Romano, la joven de 14 años que fue asesinada por culpa de una serie de factores inentendibles, el principal, la ausencia del Estado.
Un día muy triste, para olvidar. O, mejor dicho… para no olvidar jamás.