Un imperceptible sismo “en cámara lenta” que se prolongó por 32 años, el más despacioso jamás registrado, pudo conducir al catastrófico terremoto que sacudió a la isla indonesia de Sumatra en 1861, según un estudio realizado por científicos de la Universidad Tecnológica de Nanyang (Singapur), según cuenta RT.
Los terremotos a “cámara lenta” o “eventos de deslizamiento lento” son un peculiar fenómeno de liberación prolongada de tensiones tectónicas, en el que las placas de la Tierra se deslizan una contra otra sin causar una gran sacudida o destrucción de suelos. Por lo general, implican movimientos de unos pocos centímetros por año o milímetros por día.
El equipo de investigadores hizo ese descubrimiento mientras estudiaba los niveles históricos del mar en antiguos corales conocidos como microatolones y presentes en torno a la isla de Simeulue (Indonesia), ubicada frente a Sumatra. Esos aglomeraciones de coral en forma de disco, que crecen hacia arriba y a los lados, son registradores naturales de los cambios en el nivel del mar y la elevación de los espacios terrestres.
El terremoto de 1861
Al utilizar datos proporcionados por los microatolones y combinarlos con simulaciones del movimiento de las placas tectónicas, los responsables del estudio descubrieron que desde 1829 hasta el terremoto de 1861 en Sumatra, el sureste de Simeulue se estuvo hundiendo en el mar más rápido de lo que cabría esperar.
Ese evento de deslizamiento lento fue un proceso gradual que alivió la tensión en la región, poco profunda, donde se unían dos placas tectónicas. Sin embargo, la tensión se transfirió a un segmento vecino y más profundo, hasta culminar en el terremoto y tsunami de magnitud 8,5 en 1861, que provocó enormes daños y costó innumerables vidas.
Los científicos singapurenses consideran que su descubrimiento cambiará las perspectivas globales sobre los lapsos y mecanismos de dichos fenómenos. Hasta ahora se creía que los eventos de deslizamiento lento ocurrían únicamente en un lapso de horas o meses. Pero el nuevo estudio afirma que esos fenómenos pueden prolongarse durante décadas sin desencadenar de inmediato temblores desastrosos ni tsunamis.