Tras el juramento del flamante ministro de Seguridad y el posterior abrazo con el mandatario, hay que recordar el día que Aníbal Fernández liquidó a Alberto Fernández a través de una carta.
Sucedió un 28 de julio del año 2011. Dicha carta, la escribió el ex Jefe de Gabinete y actual, ministro de Seguridad de la Nación. Además, el motivo que llevó a dicho cruce, fue la Ley de Medios.
=La carta de Aníbal contra Alberto=
“Alberto Fernández trata de desmentir, en una carta llena de agravios a la Presidenta, lo que no se ha cansado de confirmar en su constante trajinar mediático: que es una persona al servicio de Héctor Magnetto. Esa carta sirve para ver en toda su dimensión el accionar del ex jefe de Gabinete. La agresividad para con Cristina, la viuda de quien él llama su “amigo”, es el rasgo distintivo. La mujer que desde el dolor más profundo no pudo ni siquiera llorar tranquila y cuando tuviera ganas, porque más que nunca tuvo que ponerse, literalmente, el país al hombro. ¿Se acuerda del “sola no va a poder”?
Puede ser que haya acompañado –según él dice– a Néstor Kirchner desde cuando sólo un 2% de los argentinos sabían de él, pero no nos olvidemos de que antes fue un soldado incondicional de Domingo Cavallo, a quien conocía el 100% de los argentinos, y por políticas que estaban precisamente en las antípodas de la visión de gobierno de los Kirchner. ¿Se acuerda de que fue diputado por la lista de Domingo Cavallo? Como era de esperar, lo abandonó cuando perdió la elección en la ciudad de Buenos Aires. Como supo decir Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no les gustan tengo otros”. Me pregunto: ¿a qué se debe tanta desesperación por negar cualquier participación en la discusión sobre la actual ley de medios audiovisuales? ¿Por qué dice que ese tema no estaba en la agenda de la Presidenta? ¿Por qué dice que Cristina no lo tenía en carpeta?
¿No recuerda que cuando era jefe de Gabinete se llevaron a cabo muchas reuniones, a metros de su despacho, con la presencia de la presidenta de la Nación para discutir el tema de la modificación de la entonces ley de radiodifusión? ¿No se acuerda de que el miércoles 16 de abril de 2008 Cristina recibió al colectivo Coalición por una Radiodifusión Democrática? Lo recibió en el Salón Norte de la Casa de Gobierno, donde le entregaron la lista de los veintiún puntos. Suena raro su olvido.
¿Tampoco estaba el 22 de abril de 2008 cuando recibió a sindicatos y federaciones vinculadas con los medios de comunicación? ¿Y el 25 de abril del mismo año, cuando recibió a las entidades empresarias de medios de comunicación? ¿O el 29 de abril de 2008, cuando recibió a 37 universidades, siempre sobre el mismo tema? ¿O el 5 de mayo de 2008, cuando se entrevistó con productores y entidades de los medios de comunicación? ¿O el 6 de mayo de ese año, cuando lo hizo con entidades gestoras de derechos artísticos e intelectuales como Sadaic y Argentores? ¿O el 29 de mayo, cuando se encontró con el sector cooperativo en materia de comunicación?
Suena raro, ¿no? Tanta gente dando vueltas por la Casa de Gobierno durante tantos días y que el jefe de Gabinete no se enterara.
Pero, sin lugar a dudas, lo que más le molesta y lo saca de quicio es cualquier mención sobre la “particular” relación que conserva desde entonces con el Grupo Clarín. Clarín embate contra la juventud, Alberto embate contra la juventud. Clarín dice que Papel Prensa fue bien adquirida mientras brindaban con la dictadura y Alberto dice que Papel Prensa estuvo bien adquirida. Clarín se queja de la ley de medios audiovisuales, Alberto también. Clarín no está de acuerdo con la recuperación de los fondos de los jubilados y Alberto tampoco. Clarín miente y Alberto, también.
Por favor, no hable en nombre de Néstor cuando usted excedió su relación con Clarín más allá de lo dispuesto por Néstor. Por favor, no hable de lo que hubiera hecho Néstor o de lo que no hubiera hecho. Debería tener un poquito de vergüenza. No mucha, tan sólo algo. Alguito.
A veces pienso que Alberto, el hombre que vive la realidad, debería ser candidato. Es raro que no lo sea, siendo que se atribuye la fundación y la interpretación de lo que piensa “la gente”. Sacaría cientos de miles de votos, pero, como entre sus hipervirtudes figura la de tiempista, debe estar esperando el momento.
Alberto Fernández, ¿por qué no cuenta la verdad? ¿Por qué no dice que cuando ya estaba definitivamente decidido que Cristina fuera la candidata, usted cambió de estrategia y se planteó: si tenía capacidad para influir en ciertas decisiones al lado de Néstor, ¿cómo no iba a poder hacerlo cuando la presidenta fuera Cristina? Por supuesto que un cachito de misoginia a nadie le sienta mal.
Usted estaba seguro de que, imperiosamente, Cristina necesitaría de su persona para resolver cada uno de los problemas del país; ergo, así incrementaba la ya mencionada y para nada despreciable cuota de poder. A mí en persona supo decirme: “Antes de hablar con Cristina, me contás las cosas a mí”. De más está decir que, con la disciplina que me caracteriza, jamás le di pelota.
Sin embargo, no pudo con ella. Comenzó a ver día a día que la pretendida influencia sobre la Presidenta no sólo no se incrementaba, sino que se hacía muy difícil influir en las decisiones de una mujer muy formada, decidida y blindada contra alcahuetes y falsos influyentes.
Eso fue lo que lo llevó a tramar la farsa de la renuncia. Estuvimos juntos la noche anterior y nada dijo. Claro, no podía decir nada ya que tenía pensado entregar a primera hora el texto de la renuncia a los medios, un tiempo antes de que pudiera enterarse la propia presidenta de la Nación.
Uno siempre supone que los hombres manejan estas cosas con el cuidado y el respeto del caso. Ello no sucedió, ya que su vocación no era irse del Gobierno, sino que la propia Presidenta sucumbiera ante la preocupación por su partida y le permitiera determinadas acciones, lo que se leería como un triunfo político para él, únicamente para él porque, desde cualquier lugar que se lo mirara, no tenía razón de ser.
En cambio, y contra sus planes, la Presidenta lo recibió por teléfono, notificándole que estaba decidido su reemplazo. Entiendo que llega la hora de terminar con tanta mentira y desparpajo. Piedra libre para Alberto Fernández. Lo descubrieron. Te descubrimos. Ya está, aflojá.
Ah, es imperioso aclarar que ninguno de nosotros comparte su visión de que alguien quiera parecer heroico, aunque está bien que usted lo vea así. Usted, vivito y coleando, interpretando al muerto mientras degusta almuerzos con Van der Kooy. De corazón, ¿no le da cosa?
Pero bueno, para Alberto, cualquier clase de votos siempre fueron secundarios. Y eso que su “amigo” Néstor siempre le dio toda la libertad política en la ciudad autónoma para construir. Gracias a Alberto, el hombre que vive en la realidad, Filmus y Telerman fueron por separado. Porque Alberto prometió y mintió y Néstor creyó.
Pero bueno, no es cosa de ahondar donde no hay profundidad. Y es que Alberto Fernández se muestra solo. Está claro que si su “amigo” está o no está le da lo mismo. Está claro a quién sirve. Como está claro que, si él estuvo con Néstor desde que medía 2%, Cristina, la del mundo dual -como dice Alberto-, estuvo con él desde siempre. Tanto estuvo que, hasta alguna vez, los metieron presos juntos.
En pocas palabras, por favor no lo llame amigo, porque los pocos amigos que se tienen en la vida se acercaron a la familia más allá de la coyuntura política. Porque un amigo no escribe lo que usted escribió.
La verdad es que da pena que de jefe de Gabinete de Néstor Kirchner termine de operador de Héctor Magnetto. Da pena. Porque, ¿sabe qué?, en la vida lo más importante no es cómo se comienza, sino cómo se termina.
Por último, ésta será la única vez en la que me referiré a esta penosa cuestión. Sentí la obligación personal de no callarme”.