Néstor Kirchner asumió el poder un 25 de mayo de 2003, hace exactamente 18 años. Eligió ese día, no por el aniversario de la Revolución de Mayo, sino porque, 30 años antes, en 1973, Héctor Cámpora había avanzado en un emblemático gesto que la “izquierda revolucionaria” guarda en su memoria RAM desde entonces.
Ese día, el entonces presidente de la Nación —puesto a dedo por Juan Domingo Perón— liberó a cientos de presos de la cárcel de Devoto. No se trataba de reclusos comunes, sino de militantes de agrupaciones como Montoneros y el ERP, que habían cometido delitos gravísimos que provocaron la muerte de muchísimas personas inocentes.
Por eso, el mismo día que asumió como Jefe de Estado, Néstor dijo una frase elocuente: “Volvimos”. Acto seguido, nombró a Esteban Righi como procurador General de la Nación. El mismo que 30 años antes, como ministro del Interior de Cámpora, había obrado el milagro de la liberación de terroristas.
La llegada de Kirchner al poder fue como un bálsamo que calmó las inquietas aguas de la política, convulsionadas luego del “que se vayan todos” que sucedió a la furiosa caída de Fernando De la Rúa.
Néstor parecía un político diferente y honesto, lejano del típico estereotipo local. Incluso se mostraba campechano y cercano a la gente.
Pero solo fue una cáscara, una mascarada para llevar adelante sus macabros planes, que lo llevaron a superar al menemismo en actos de corrupción y saqueo.
Sería injusto no mencionar que los K han hecho cosas positivas en su gobierno. Porque ciertamente han hecho muchísimo, sobre todo en lo referente a los derechos de los trabajadores. Pero el precio fue bien elevado. Los Ricado Jaime, los Aníbal Fernández, los Amado Boudou, etc… el desastre que han provocado esos personajes, no solo en lo concerniente a la corrupción, sino también al narcotráfico y el crimen organizado, ha sido superlativo.
La razones de un porqué
Muchos no lo recuerdan, o directamente no lo saben, pero Néstor y Cristina Kirchner siempre repudiaron al peronismo y, por el contrario, reivindicaron la izquierda violenta.
No porque hayan sido parte de esa “gesta”, sino por una cuestión de “culpa”. Porque muchos de sus amigos de los 70 fueron secuestrados y torturados —y eventualmente desaparecidos— mientras ellos amasaban su propia fortuna, sobre la base de la poco “progresista” Circular 1050, pergeñada por José Martínez de Hoz durante la última dictadura militar.
Me lo dijo en su momento Eduardo Arnold, quien supo acompañar a Néstor en su mandatao como gobernador de Santa Cruz. Él era su “segundo”.
Apenas se cometió el golpe de Estado, el 24 de marzo de 1976, los Kirchner empezaron a armar sus valijas y escaparon a esa provincia, donde terminarían “abrazados” a la “causa militar”, tal cual puede verse en la siguiente foto.
Cristina ni siquiera logró terminar su carrera de abogada en la Universidad de La Plata, aunque hoy diga lo contrario.
Como sea, ambos llegaron a firmar una solicitada asegurando que en esos días había pleno “Estado de derecho”.
Ahí empezaron a amasar su asombrosa fortuna, adquiriendo sus primeras 24 propiedades, sobre la base de la usura y la ya referida Circular 1050. Quien supo revelarlo entonces fue Rafael Flores, histórico militante peronista.
Luego, en 1987, Néstor logró su primer cargo Ejecutivo: intendente de Río Gallegos. Al culminar ese mandato, en 1991, llegó a ser gobernador de Santa Cruz, reelecto en dos oportunidades, hasta 2003.
Su mandato siempre fue crítico del peronismo, salvo cuando dijo que Carlos Menem había sido “el mejor presidente de la historia”. Entonces, los hechos de corrupción se sucedieron sin solución de continuidad. Sus “cajeros” incluso eran los mismos que lo acompañarían durante su presidencia: los “De Vido”, los “Jaime” y demás impresentables, hoy procesados y/o condenados.
Su progresismo no era moderado, sino directamente nulo. Tal es así que jamás recibió a Hebe de Bonafini en las 3 oportunidades que esta visitó Santa Cruz, las últimas dos en 1992 y 1993. Lo confirmó Miguel del Pla, referente del Partido Obrero en esa provincia.
El 25 de mayo de 2003 asumió como presidente de la Nación, un día que no fue elegido al azar: justo 30 años antes, en 1973, el entonces presidente Héctor Cámpora había liberado cientos de presos de la cárcel de Devoto. Eran miembros de Montoneros, ERP y otras organizaciones terroristas.
Por eso, como se dijo más arriba, al dirigirse a la ciudadanía, Néstor dijo una frase que, aunque muchos no entendieron entonces, tuvo un significado elocuente: “Volvimos”.
Quien ofició el “milagro” de la salida de los presos en 1973 fue Esteban Righi, entonces ministro de Interior y luego, en 2004, nombrado por Néstor en el ostentoso cargo de procurador General de la Nación.
En esos días, ni él ni su esposa Cristina utilizaban los símbolos del Partido Justicialista. Todo lo contrario: ambos solían denostar a Perón y todo lo que rodeara su figura. Debieron pasar muchos años antes de que ambos abrazaran la causa peronista, más por necesidad (de votos) que por convicción.
Ello explica que se presentaran con su propia agrupación, el Frente para la Victoria. Y que, a la hora de crear una agrupación, esta se llamara “La Cámpora”. Nada de “Evita”, ni “Juan Domingo”, ni nada. La referencia obligada para ellos siempre ha sido “el Tío”.
Lo antedicho permite entender aquel desesperado intento de liberar a puntuales “presos políticos”, que en realidad estaban recluidos por hechos de corrupción (algunos aún lo siguen estando).
Es el regreso de aquella vieja “gesta” de los tiempos de Cámpora, que terminó enfrentándolo con Perón, quien lo había puesto en el cargo de presidente de la Nación.
Lo que vino después es harto conocido: el avance del terrorismo de izquierda, que permitió a los militares justificar la masacre que llevarían a cabo posteriormente, en el marco de una de las páginas más negras de la historia argentina.
Sería bueno que alguien se los recuerde hoy mismo a Alberto y Cristina.